El uso del tapabocas o barbijo ayuda a limitar la propagación de COVID-19 al reducir las gotas respiratorias que se lanzan al aire cuando respiramos, hablamos, reímos, estornudamos o tosemos. A esta altura de la pandemia nadie duda de su utilidad y necesidad pero también identificamos algunas dificultades de incluirlo en nuestra rutina, como la sensación de falta de aire.

El barbijo puede generar alteraciones en la respiración normal dado que genera resistencia a la entrada y salida de aire y, como consecuencia, la concientización de la propia respiración. Esto sucede sobre todo en algunas actividades que implican movimientos múltiples, como por ejemplo cargar bolsas, hablar caminando o subir escaleras, que seguramente todos hemos experimentado alguna vez.

La cuestión se pone peor cuando se trata de pacientes con enfermedades del aparato respiratorio, cardiovasculares o neuromusculares (incluyendo a aquellos que no hubieren sufrido este síntoma previamente). Utilizar el tapabocas puede transformar su respiración, hasta ese momento “inconsciente” en una actividad laboriosa, ruidosa y consciente. Esta experiencia desfavorable genera no sólo alarma, sino también efectos psicológicos que van más allá de la severidad de la enfermedad y afectan la calidad de vida de la persona que la padece.

Esta experiencia multidimensional negativa -denominada disnea- alcanza su máxima expresión en pacientes con disnea previa al uso del barbijo, que no pudo ser mejorada por los tratamientos médicos para su patología. Hablamos de enfermedades como Asma, EPOC, patologías intersticiales e insuficiencia cardíaca en sus grados más severos.

Esta situación transforma a la dificultad respiratoria en algo permanente, angustiante y además “invisible”, impactando negativamente en la vida diaria. En algunos casos este síntoma es pasado por alto y no investigado en profundidad debido a que no es apreciado en todas sus dimensiones en el momento de la consulta, lo que genera aún más desesperación.

Por otro lado, cualquier persona sana puede sentir en forma leve dicha concientización de su respiración con algunas actividades diarias, como estar en espacios cerrados o hablar caminando, si está usando un tapabocas. De todas formas, se recomienda prestar atención a los pacientes que sin tener un diagnóstico preciso de enfermedad respiratoria o cardiovascular refieren disnea con el uso del tapabocas o barbijo, así como realizar el mini experimento de hacer alguna actividad de la vida diaria con este elemento colocado.

Es importante aclarar que esta sensación tiene sus orígenes en la resistencia que pone el tapabocas en la entrada y salida del aire, tanto por la boca como por la nariz. Debido a esta resistencia el síntoma puede aparecer en individuos que tengan algún tipo de obstrucción a nivel nasal (Rinisitis, rinosinusitis, tabique desviado) y la desconozcan. Es por eso que alertamos para que eventualmente realicen una consulta para descartar patologías que pueden resolverse con mínimas intervenciones.
 

Si siente dificultad respiratoria con el uso del tapabocas y no tiene antecedentes clínicos, una consulta podría ayudarlo y en aquellos pacientes con diagnóstico de enfermedades que podrían generar dificultad respiratoria se debe evaluar un eventual empeoramiento o complicación.

Finalmente, si usted pertenece al grupo de personas en las cuales este padecimiento empeora sobre el ya establecido, se recomienda usar un barbijo quirúrgico en lugar de tela o de algodón si el quirúrgico no está a su alcance. También puede ser útil pausar los movimientos y respirar lentamente como silbando. Si participa en algún programa de rehabilitación los profesionales pueden asistirlo en esta tarea.

Asesoró: Dr. Walter Mattarucco (MN 80161), Coordinador de la Sección Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.