Los animalitos (un burro y dos cabras) que tuvieron su parte en la representación del Pesebre Criollo no fueron los únicos que ganaron protagonismo. Algunos de los perros que habitualmente están en la Catedral se empeñaron en permanecer ‘en escena‘ durante la representación, ocasionando más de un dolor de cabeza a quienes querían tomar fotografías del espectáculo.

Antes de comenzar el Pesebre Criollo, el maestro Nito Constanza comenzó a ensayar con los integrantes del Coro Villicum algunas de las canciones que interpretarían luego. Y aún cuando aclaró al público que se trataba simplemente de una prueba, la agrupación coral cosechó los aplausos de la gente, agradecida por poder disfrutar de la música mientras esperaba.

Los bailarines del ballet Sembrando Ilusiones demostraron que pueden zapatear como los mejores y acompañaron con mucha destreza cada paso de las coreografías que les marcó la directora, María Elisa Robles. Sin amedrentarse, guiaron a sus compañeras en cada cuadro de baile y no perdieron la concentración ni siquiera cuando los aplausos irrumpían de repente.