Al sanjuanino le cuesta bastante elegir frutos de mar a la hora de la comida, pero cuando lo hace seguro imagina los lugares marítimos que conoce y hasta recuerda la forma en que fueron preparados en alguna oportunidad. El disfrute, quizá por ser consumidos en forma más espaciada, se hace sentir. El tema es elegir un vino que lo acompañe si están preparados con mucho condimento y hasta con vinagretas, un elemento de difícil maridaje con el vino porque su acidez tiende a opacarlo. Pero en esto, como en cualquier matrimonio, no hay imposibles. Así es que a desglosar recetas e imaginar con qué vino podrá ser acompañada estos platos tan originales.

Para los langostinos en panceta ahumada que llevan vinagreta de albahaca habrá que elegir un tinto que no se deje opacar por estos sabores intensos. Claro que a la par también los invito a probar con un Chardonnay de crianza en barrica (en San Juan hay un par), que prodigan aromas muy interesantes y diferentes de los blancos de consumo anual, y por lo tanto apropiados para estos manjares.

En el caso de la centolla con fécula y sésamo, al igual que los ostiones con crema de parmesano que llevan ajo, cebolla y otros ingredientes de sabores y aromas pronunciados, el compañero ideal puede ser un suave Merlot.

Para el ceviche de mejillones, hay que animarse a más. ¡Cómo no! si el chile que se usará en el condimento dejará la boca de varios con ganas de buen un líquido. Por la fuerza de esos elementos lo ideal será un Syrah sanjuanino de esos que ganan espacio con cualquier comida y la permiten disfrutar.

Como se ve, en esto no hay pareja perfecta, es cuestión de probar y elegir el que más se adapte.

Por Myriam Pérez