Todo comenzó como un rumor que fue creciendo con el correr del tiempo, circulando de boca en boca, llegando hasta los oídos de quienes necesitaban desesperados salir de alguna situación conflictiva, especialmente ligada a problemas de salud. En 1997, cientos de sanjuaninos esperaban ansiosos la llegada del fin de semana para llegar hasta La Rinconada, de Pocito. Es que por entonces se pensaba que las aguas termales de la vertiente del Baño de la Lechuza eran curativas y milagrosas.

Esperanzados en recuperar la salud y buena calidad de vida, la gente se acercaba con tachos, botellas, bidones  y cualquier recipiente que sirviera para poder regresar a casa con algo de agua. Ubicado en la Sierra Chica, a unos 8 kilómetros de Villa Aberastain.

El baño, siempre conocido por los pobladores de la zona, consistía en una larga huella de casi 400 metros que subía desde el llano en una empinada pendiente.  En ese entonces se construyó en el lugar una gruta con la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, como testimonio de fe popular.  Y es que las cualidades curativas eran directamente atribuidas a la intervención celestial.

Los testimonios se repetían. Yo sufría de mareos y terribles dolores en el cuello. Los médicos me dijeron que era cervical, pero los remedios no surtían efecto. Entonces vine al Baño de la Lechuza y me puse agua en la cabeza. No tuve más dolores, no tengo dudas que fue un verdadero milagro”, dijo en ese entonces una mujer consultada por DIARIO DE CUYO.

“Quienes tuvieron la oportunidad de visitar el Baño de la Lechuza o llevaron familiares o amigos para intentar sanar alguna enfermedad saben que es milagroso”, comentó un hombre.

Los que se acercaban a la zona no dudaban y la palabra milagro se reiteraba una y otra vez. Empapados en fe, sólo buscaban una –desesperada- cura a sus males. Algunas más graves, otros menos. Pero todos terriblemente dolorosos para quienes lo padecían. “Mi madrina tenía reumatismo y no podía ni caminar. Fue a diferentes médicos que no dieron en la tecla para poder calmarle los dolores y el problema seguía. Un día se cansó de sufrir y decidió venir. Se mojó muy bien las piernas y a los pocos días sanó de su enfermedad”, relató otra persona.

Los problemas ligados a la salud eran variados. Desde dolencias corporales, hasta enfermedades crónicas, pasando por problemas ocasionales. “Una vez me dolían tanto los ojos que no podía tenerlos abiertos. Fui con mucha fe, llegué hasta la piletita, metí la cabeza y moví tres veces los párpados para abrir los ojos. Se me pasó todo, por eso tengo tanta fe. Lo mismo pueden decir muchos de los que vinieron”, contó otro hombre.

Con el paso de los años, el Baño de la Lechuza se convirtió en un punto de interés turístico, debido a la imponencia de sus paisajes. Cactus, flores y montañas, convierten al desierto sanjuanino en una zona de visita ideal para quienes desean salir de la rutina y animarse a la travesía. Lamentablemente, desde hace un tiempo ya no corre agua por la vertiente.