Muchas personas no eligen la ocasión idónea para empezar un tratamiento. Cuando llega el calor y es hora de mostrar el cuerpo, se lanzan precipitadamente a dejar de comer y empiezan las catástrofes. Lo ideal es buscar una época de estabilidad fuera de los excesos de trabajo y lejos de la llegada de las vacaciones.

Una medida lógica y muy efectiva es retirar todas las tentaciones de la heladera. Rodearse de estímulos positivos como ropa atractiva o un gráfico con el peso perdido puede ser un buen aliciente. El secreto para conseguir llegar sano a la foto final es un cóctel de paciencia y disciplina.