Así la esperan a Nancy. Finalmente, podría concretarse el reencuentro.

El círculo se cierra pero la historia continuará escribiéndose. Finalmente, después de casi cincuenta años, María y Nancy Poblete podrán reencontrarse. Fue tarea de DIARIO DE CUYO presentarlas en la distancia. La hermana perdida vive en Luján de Cuyo (Mendoza), tiene 60 años y varios hijos. Según comentó, rompió en llanto cuando leyeron la nota junto a su hija. Ni hablar de María, al enterarse que, después de todo, completar la familia es posible.

Nancy tuvo que ser entregada por su madre a sus padrinos por la difícil situación económica que aquejaba a la familia y que los obligó a trasladarse a Buenos Aires. Con apenas un año y medio fue acogida por Pedro Baldovino y Segundina Atampiz, quienes vivían en Chimbas.

El matrimonio –algo longevo  y con hijos mayores- se encargó de brindarle a Nancy una infancia feliz. Según ella misma ponderó, nunca le faltó nada y siempre la trataron como una hija propia.

Nancy se sentía cómoda y protegida. Sin embargo, cuando cumplió 11, su madre biológica, Rosa Marinero, regresó a San Juan a buscarla. El retrato del momento fue confuso e incluso intimidante para ambas partes.

La pequeña de 11 se encontraba en casa con Segundina cuando llegó Rosa a reclamarla. Segundina no sabía qué hacer y con mucho amor pero también con algo de temor, entregó a Nancy. Al llegar su esposo Pedro, s enfureció. Para él, era una hija más que le estaban arrebatando. Movió rápido el tablero y contrató abogados.

Nancy y su madre biológica –quien nunca quiso dejarla- estuvieron una semana juntas. Hubo buenos tratos y mucho amor de por medio, según dijo Poblete. Fue ahí donde conoció a María, de quien tiene vagos recuerdos.

Baldovino y sus abogados ganaron la contienda judicial y Nancy regresó a su casa en Chimbas. Estaba contenta porque consideraba que ellos, que la habían criado durante 10 años, eran su familia.

Al poco tiempo, Rosa regresó con su marido –el maltratador Dino Onofre Poblete- y perdió las esperanzas de volver a verla. Sin embargo, María nunca dejó de pensar en ella y en el momento en que se la llevaron los abogados.

Ahora, con 55 años, María la buscó desde Ushuaia, tierra que habita desde hace 20 años, cuando se separó de sus padres. Hubo un feliz resultado y las hermanas podrán reencontrarse.