El gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, sacudió ayer a la opinión pública japonesa al declarar que el terremoto que devastó el noreste del país fue "un castigo divino" para lavar "el egoísmo de los japoneses".

"La identidad del pueblo japonés se caracteriza por el egoísmo. Estaría bien hacer buen uso de este tsunami para lavarlo y estoy convencido de que el cataclismo fue un castigo del cielo", explicó el gobernador, según reproduce la agencia italiana de noticias NSA.

Durante una conferencia de prensa, se le había pedido a Ishihara comentar sus impresiones sobre la respuesta del pueblo nipón ante la catástrofe.

Sin embargo, el funcionario, de 78 años, intentó al concluir la reunión remontar sus palabras y al referirse a las víctimas del terremoto las definió como "pobrecitas".