La cuarentena obligatoria generada por la pandemia del coronavirus ha generado diversas historias. Entre las más sensibles y dolorosas, aparecen aquellas de familiares que no pueden viajar para cuidar, asistir o despedir a sus familiares.

Este es el caso de Cecilia Guzmán, una sanjuanina de 35 años que desde hace seis años vive en Carlos Paz, ciudad desde la cual viajaba constantemente para cuidar a su madre de 58 años, quien atravesaba un duro cuadro ocasionado por una larga enfermedad.

“Yo viajaba siempre a cuidarla, cada vez que era necesario. Estuve en San Juan dos días antes de que comenzara la cuarentena obligatoria cuidándola por las recaídas que tenía por el cáncer”, comentó Cecilia, notoriamente emocionada. Y continuó: “Llamé, envié mails, me moví como loca. Finalmente obtuve un permiso de circulación nacional y me dijeron por mail que debía hacerme un hisopado para ingresar a San Juan. Cuando consulté si mi bebé de 11 meses debía hacerse también un test, no me respondieron nunca más y a los dos días falleció mi mamá”.

Berta Mónica Pereyra se descompensó el 21 de mayo y falleció el 29 del mismo mes.

Berta Mónica Pereyra se descompensó el 22 de mayo y falleció una semana después. Su hija no pudo llegar para asistirla durante la semana que estuvo internada y tampoco para despedirla en su funeral. “El dolor que se pasa es indescriptible, no hay palabras para describir lo que uno siente. Yo necesitaba una confirmación para poder emprender el viaje. La impotencia de que no te respondan un mail o de no tener comunicación telefónica es muy grande. No existe un protocolo para estos casos, espero que esto se pueda resolver para que nadie tenga que atravesar esta situación que pasamos con mi familia”, indicó Cecilia.   

La autorización nacional que le permitía a Cecilia viajar para cuidar a su madre en San Juan.

La joven sanjuanina que atravesó la amarga situación está casada en Carlos Paz, donde vive actualmente con su esposo y sus dos hijos. “Mi mamá trabajó 40 años en la Secretaría Privada de la Gobernación, podría haber tocado a alguien para que me dejaran entrar a la provincia, pero quise hacer las cosas como corresponden”, comentó la joven. “Evidentemente no pude y así perdemos la humanidad y la empatía. Estaba todo listo para que mi marido me llevara en auto hasta el límite provincial y de ahí me tomaba un taxi o me buscaba un familiar. No pude cuidarla, no pude despedirla, ojalá no le pase más a nadie y que se haga un protocolo especial para estos casos”, finalizó.