Fotos, texto y video: Marcos Carrizo

Un osito y sebo de velas, lo que hay alrededor del pequeño cajón.

Algunos dicen que lo encontró un baqueano después de una crecida del río, otros que son huesos que aparecieron y que podrían ser de un bebé de un pueblo originario. Lo cierto es que las maderas ya negruzcas y los pocos restos óseos que quedan en un pequeño cajoncito delatan que mucho tiempo ha pasado en esa cueva ubicada, a unos tres kilómetros de La Majadita, en Valle Fértil.

El lugar pareciera que fue elegido caprichosamente; es que, para que los que no conocen de la historia, les sea fácil encontrarlo. Las diminutas vértebras no dejan dudas de que pertenecieron a un bebe recién nacido, no se observa más que eso, no hay restos de la cabeza o de los miembros ni superiores o inferiores.

Según Don Ventura Ortiz (un viejo poblador de la zona ya fallecido), esos huesos están ahí "desde que era chico", lo mismo cuenta Doña Blanca Costa de Molina, que con sus 84 años mantiene fresca su memoria. De generación en generación se encargaron de construirle y mantenerle el cajoncito como también de resguardarlo de los curiosos, las alimañas y del clima que tiene el lugar, a unos pocos metros del camino que une La Majadita con Los Bretes.

Nadie pudo precisar con exactitud desde qué época están ahí y lo curioso es que tampoco tiene cruz cristiana o alguna leyenda que de cuenta de su origen, sólo restos de sebo de las velas que alguna persona caritativa le enciende para “alumbrar su alma” y le dejan una oración. No faltó tampoco quien le atribuyera alguna ayuda milagrosa a la hora de encontrar alguna vaca, mula u otro animal perdido; o para que afloje alguna de las crecidas del río durante el verano.

Lo concreto es que en ese lugar de las sierras vallistas, los pocos vecinos que saben de su existencia guardan celosamente el secreto del cajoncito, quizás para preservar ese relato cómplice de padres a hijos, para que los nuevos pobladores y los visitantes no profanen ese lugar que, lejos de ser sagrado, es más bien un sitio que les pertenece porque crecieron cuidándolo. La verdad sobre el cajoncito probablemente la tienen ellos y a la hora de las repuestas sólo se escuchan silencios.

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