Hay que poner la imaginación al servicio de la cocina para incorporar nuevos alimentos sin que protesten. Se aconseja hacer los cambios de forma paulatina. Una fórmula es tener tentempiés saludables preparados, despertar su interés por las comidas y dejar que se diviertan preparándolas. Un dato: servir platos con alimentos de diferentes colores y sabores. Para vencer las resistencias de los chicos ofrecen un decálogo:

*Hablarles, sin importar la edad de los niños, sobre la importancia de incluir distintos alimentos para estar sanos, ser buenos deportistas y tener mayor facilidad para aprender.

*Detallar los alimentos que presentan dificultad, que a veces suelen ser las verduras.

*Incluir un alimento nuevo por vez y en una pequeña cantidad.

*No usar aderezos (salsa golf, mostaza, ketchup, mayonesa) añadidos al alimento nuevo, porque de esa manera el niño no siente el verdadero gusto de lo añadido.

*Variar las formas de presentación del alimento a incorporar, empezando por las mejor aceptadas.

*Llevar a los niños de compras y que ellos mismos elijan qué verduras se comprometen a comer ese día.

*Que los más chicos ayuden en la cocina a preparar la comida.

*No ensayar todos los días; dejar pasar dos o tres entre una prueba y otra.

*Predisponerse con buen humor y gestos agradables, dado que si usted le da hígado pisado con cara de asco, sus posibilidades de éxito serán escasas.

*Toda la familia deberá participar de este proceso, colaborando en cada etapa.

*La comida sencilla en forma de croquetas, bollos y formitas es ideal. Se puede comer fría o caliente y puede estar preparada con anterioridad. La forma en que el alimento es presentado tiene su importancia. De hecho, ése es uno de los motivos por los cuales la comida chatarra tiene tanto éxito entre los pequeños: porque pueden comerla con autonomía y como parte del juego.

*El camuflaje también es aceptado; se puede triturar verduras y legumbres e incluirlas en otras preparaciones.