Dijo que en los últimos tiempos los designios de Dios marcaron su vida. Sobre todo desde hace cinco años cuando le llegó la "bendición" de tomar el mando en la iglesia de su tierra natal que estaba cerrada y atravesaba momentos de controversia. Sin embargo, para él fue el mejor "regalo" que pudo recibir. Se trata de Orlando Sánchez, sacerdote que el 2 de abril de 2016 asumió la conducción de la Iglesia San José, en Jáchal. Fue justo cuando diferentes partes debatían sobre cómo rescatar el templo que estaba en peligro de derrumbe por los daños provocados por el paso del tiempo y la humedad.


-¿Cómo fue asumir la dirección de una iglesia tan importante para los jachalleros y que llevaba años cerrada?
-Fue emocionante porque nunca esperé misionar en este templo y en el pueblo que me vio nacer y crecer. Pero también fue un gran desafío porque llegué en un momento clave, donde aún se discutía sobre el proyecto de reconstrucción más adecuado y que respondiera a los requerimientos de todas las partes. Fue un peregrinar bastante largo para llegar a un acuerdo, tras arduas reuniones. No fue sencillo misionar en medio de todo esto, pero conté con el apoyo incondicional de los fieles que nunca se alejaron de la fe en San José, pese a no poder ingresar a su santuario. Realmente para mí fue una gracia especial estar desde el minuto cero en la recuperación del templo.


-¿Cuál es su visión sobre esta obra inédita de reconstrucción del edificio histórico?
-Por un lado destaco que el detalle técnico de la obra es un prodigio de la arquitectura y de la ingeniería que hay de fondo, pero también de la tecnología y el arte. Se combinaron todos estos aspectos para rescatar el proyecto original del templo, su fisonomía, su estructura y, por sobre todo, su valor patrimonial, porque detrás de estos cimientos no sólo hay una prehistoria que tiene los orígenes de la fe, sino también los orígenes del pueblo. Pero, por otro lado, es el resultado de la convergencia de todas las voluntades (la del Gobierno de promover y llevar a término esta obra, la del Arzobispado como propietario del edificio, y la del pueblo que defendió su patrimonio), que llevó a que se eligiera el proyecto de reconstrucción más importante para el requerimiento de los jachalleros que fue garantizar el uso pleno del templo. También rescato que este largo peregrinar y esta obra nos ha ayudado muchísimo a repensarnos como Iglesia, como sociedad, y a repensar nuestros desafíos hacia adelante. Esto es para mí lo más trascendente, porque si bien esto nos ha ayudado a mirar nuestra historia hacia atrás, nos pone en un desafío magnífico hacia adelante.


-¿Y cuál es ese desafío?
-En primer lugar ser referentes de la fe, pero también ser referentes de unidad, referentes de progreso, de encuentro y, por sobre todo, herederos de una historia y tradición tan rica. Estamos llamados también a pensar en las generaciones futuras, es decir, no es sólo una obra arquitectónica, sino una reflexión que Dios nos permite hacer de nuestra historia, de nuestra fe y de nuestras raíces para pensarnos hacia adelante. La grandeza que tuvieron los hombres que nos precedieron también se pone en juego ahora. Hablamos de la grandeza ética, de fe y de compromiso por el otro, la grandeza humana de apostar siempre por el bien de los demás. Los primeros misioneros se encargaron de profesar la fe en San José y de hacer que el pueblo prospere. Y esa fe y compromiso quedaron arraigados. 


-¿Qué actitudes le mostraron este arraigo del pueblo en la fe?
-Durante estos últimos diez años, como Iglesia hemos estado muy limitados de espacio por no contar con el santuario, pero la gente nos acompañó con mucha paciencia, no se alejó. Yo creo que por todo esto no es casual que la reapertura del templo sea este año que es el Año de San José, un año santo y de gracia. Mi más profunda reflexión sobre esto es que Dios ha querido que San José se quede en Jáchal, para que sea raíz de nuestra historia y de nuestra esperanza, que nos encuentre como un pueblo unido. Recuerdo una anécdota que muestra como los jachalleros se aferran a la fe en el santo patrono. El año pasado, estábamos celebrando la Novena en su Honor cuando el Gobierno anunció el inicio de la cuarentena por coronavirus. Sabiendo que no íbamos a poder celebrar las Fiestas Patronales, tomaron al Santo en andas y espontáneamente hicieron una procesión alrededor de la plaza. Volvieron al templo en un silencio oracional impactante. En su interior todos le pidieron a San José que nos proteja y ampare.


-¿Cómo se prepara para la reapertura del templo?
-Con muchas expectativas y emoción. Cuando hicimos el listado de misioneros y sacerdotes que pasaron por el santuario para hacer las placas que se colocarán en el santuario, descubrimos que yo soy el primer jachallero en misionar en este templo y me sentí muy orgulloso y feliz. Además, es una gran satisfacción poder acompañar a los fieles en el regreso a esta iglesia. En estos últimos años me angustiaba escuchar a los abuelos lamentarse ante la posibilidad de marcharse de esta vida sin haber podido visitar de nuevo el santuario. Es que no se trata sólo de un ícono religioso, sino también un parámetro cultural para el pueblo y un punto de encuentro. Por eso, tras su reapertura, vamos a mantenerlo abierto todo el día para que todos puedan volver a ingresar al mismo. Además, queremos compartir su riqueza histórica y patrimonial con todos los visitantes. Por eso estamos trabajando en un sistema a través de un código QR que se podrá escanear con el celular y así obtener información sobre el valor de las reliquias que alberga el templo y hasta detalles de la obra inédita de la reconstrucción.