Chañarcillo, en un círculo de pocas cuadras, contiene a veces más de seiscientos mineros. El minero reside en medio de los áridos riscos que ocultan los veneros metálicos, por lo común a distancias muy largas de toda habitación humana, rodeado de una naturaleza salvaje y adusta, en las soledades de los cerros, cuyo silencio sólo interrumpen los prolongados y mil veces repetidos ecos que responden al estampido trémulo del tiro, conque hace volar los peñascos, y que en las hondas y tortuosas excavaciones de las minas, toma un sonido más pavoroso que el del cañón que se oye detonar a la distancia.