La mayoría de los historiadores coinciden en que Sarmiento tuvo pocos buenos recuerdos de su paso por las minas, donde casi muere al enfermarse de tifus y su sordera se la debe a esos años de penurias. Sin embargo fue allí donde empezó a gestar su ideario, que lo convertiría más tarde en el precursor de la actividad minera en Argentina. Se instaló en Copiapó en 1833 y trabajó en la mina La Colorada, que estaba en Chañarcillo. Nunca realizó trabajos pesados, lo que hizo fue administrar la mina, ya que era el único que sabía leer y escribir. Cuando cumplió 25 años se enfermó gravemente y su familia lo trajo nuevamente a San Juan.