Encontrarse con un problema, analizarlo, investigar las soluciones y aplicar el conocimiento técnico. Esos fueron los pasos que dieron Matías Durán y Sebastián Soler, dos alumnos de 6to 4ta de la Escuela Boero, para crear dos proyectos más que interesantes que terminaron siendo expuestos en la Feria Tecnológica que se realizó en el Auditorio Juan Victoria.

En dicha escuela, los profesores Mirko Zovak e Ivana Toledo les solicitaron a los chicos de 6° año realizar proyectos de investigación para poder brindar alguna solución a un problema de la vida cotidiana. Y fue así como arrancaron Matías y Sebastián. En el caso del primero de ellos, en una de sus visitas a Iglesia, su abuelo Aníbal le comentó que tenía una gallina que ponía, por ejemplo, 10 huevos y solamente nacían 8 pollitos. Los otros dos morían en el proceso de incubación.

“Fue en ese momento en el que mi abuelo me preguntó: ¿Hay alguna solución para este problema?, ¿Habrá alguna manera de que la incubación sea pareja?”, contó Matías, quien después decidió investigar durante 3 meses para luego ponerse manos a la obra y tratar de crear un prototipo acorde al inconveniente que se presentó.

El proyecto que presentó Matías Durán es una incubadora artificial con volteo automático, semiautomática (solamente controla la temperatura y no la humedad) y observada por Bluetooth. Según explicó, el prototipo está hecho con arduino, una plaqueta de hardware y de código abierto, que significa que cualquier persona puede crear su propio código para llevar adelante alguna acción.

El funcionamiento se basa en temperatura y humedad, mientras que las mediciones se realizan con un sensor muy confiable denominado HT 22. Éste envía información al arduino, que luego a través de Bluetooth manda la señal al celular (debe tener la aplicación Virduino, creada por Matías) para que el usuario pueda solamente observar los datos de calor y humedad, ya que si desea controlar algo deberá hacerlo de manera manual.

Dentro de la configuración del programa, está previsto que cuando la temperatura interior suba a 39 grados, inmediatamente se apague la luz brindada por dos focos y se encienda el cooler (ventilador), que va a cumplir la función de succionar el aire caliente desde adentro para expulsarlo hacia afuera, con el objetivo de que progresivamente el termómetro vuelva a marcar 37° y la iluminación vuelva a encenderse para continuar con el proceso. Dicho mecanismo debe aplicarse entre los 21 y 24 días para que un huevo pueda realizar una eclosión correcta dentro de la incubadora.

Además, hay que colocar un recipiente con agua (que debe limpiarse todos los días para evitar cualquier tipo de bacterias) en la plataforma debajo de los huevos para que éstos tengan humedad a través del calor que brindan los focos encendidos. En los primeros días se necesitará un 60 o 70% de humedad, mientras que en el final del período será obligatorio que haya un 80% de humedad, porque a medida que el embrión se va incubando, el huevo va perdiendo agua.

“Si la temperatura es alta, el embrión puede pegarse al cascarón del huevo, por eso desarrollé un sistema de volteo automático con arduino, para que el huevo se sacuda cada una hora por día o tan solo 3 veces diarias. Eso es opcional”, detalló el joven estudiante de 18 años que sueña con ser ingeniero en el futuro.

En el caso de Sebastián, su proyecto escolar también nació a partir de un problema, pero más precisamente fue personal. “Pasaban los días después de que nos pidieron el prototipo y no sabía que podía hacer. Pero de repente, un día tuve que salir de casa y poner la alarma. En ese momento se disparó la chicharra porque una de las puertas estaba mal cerrada y me pregunté: ‘¿Cómo nunca nadie inventó algo para que esto no ocurra?’ Entonces decidí hacerlo yo”, contó el joven sobre cómo nació su presentación.

Sebastián se unió a sus compañeros Ignacio Vidal, Agustín Vilches y Santiago Oropel para darle vida al sistema de seguridad para casas, que consiste en que todas las puertas se cierren o abran a la vez, al igual que las cerraduras. Todo, a través de un simple código.

El grupo utilizó una caja de madera, cuatro servomotores, una placa de arduino y un key pad (tablero numérico). No se demoraron mucho tiempo en la elaboración y la configuración fue a través de IDE arduino. Con ese sistema ajustaron tiempos, ángulos y hasta velocidad de giro. Luego, programaron las claves. Primero, para que con dos servomotores se abran las cerraduras y posteriormente, con un delay de dos segundos, las puertas.

“Este es un modelo a escala, que podemos adaptarlo a cualquier casa, pero para eso necesitamos servomotores de mayor tamaño y un amplificador, pero el funcionamiento es el mismo”, explicó Sebastián, quien agregó que “colocando cualquier código podemos interactuar con las puertas. Con uno abrimos y con otro cerramos. En el tablero de la alarma, a través de distintas combinaciones, podemos elegir abrir algunas puertas y otras no, o todas a la vez, como así también cerrar todas al mismo tiempo. Primero las cerraduras y después las puertas, porque son claves diferentes”.

Ambos proyectos, el de Matías y el de Sebastián, recibieron el visto bueno en el establecimiento escolar al que asisten y por eso fueron elegidos para ser expuestos en la Feria Tecnológica, allí donde midieron su capacidad técnica y de investigación junto a cientos de chicos de otras escuelas.