Macondo es el pueblo mítico donde se desarrolla gran parte de la novela ‘Cien años de Soledad‘ del laureado Gabriel García Márquez. El pueblo es al mismo tiempo verdad y mentira, existe en la imaginación del autor pero puede ser cualquier lugar de América. Lo que es seguro es que allí ocurren cosas extraordinarias, algo que es real y maravilloso al mismo tiempo. Hay confusiones que son verdades y verdades que pasan por mentiras. Es precisamente lo que ocurre con la famosa frase del prócer Domingo Faustino Sarmiento: ‘Las ideas no se matan‘.

Sarmiento la escribió cuando partía a Chile a exiliarse y hace referencia a este acto en dos de sus libros y en algunas cartas a sus familiares y amigos. Las versiones del suceso que él mismo describe difieren levemente unas de otras. En Recuerdos de Provincia escribe: ‘El 19 de noviembre de 1840, al pasar desterrado por los baños de Zonda, con la mano y el brazo que habían llenado de cardenales el día anterior, escribí bajo un escudo de armas de la república: On ne tue point les idées‘. La traducción sería ‘las ideas no se matan‘. Esta descripción permite imaginar a un Sarmiento, moreteado por la paliza que le han propinado sus perseguidores y escribiendo a duras penas la célebre frase. En una carta a Quiroga Rosas el comprovinciano relata que la frase fue escrita en la pared de ‘una chocita que había cerca de los baños de Zonda‘.

Sarmiento cuenta que la frase la tomó de la obra de Hipólito Fartoud, aunque estudios posteriores demostraron que en realidad la debió copiar de los trabajos de Constantín François de Chasseboeuf, conde de Volney, un aristócrata francés de ideas liberales. Éste escribió que ‘a los hombres se degüellan, a las ideas no‘, con lo que quiso expresar un concepto magnífico. Esto implica que cada uno es dueño de pensar y de publicar lo que desee, y seguir este pensamiento. Precisamente, tener que partir al exilio a causa de sus ideas, realza gratamente la figura de Sarmiento. Más que dificultosos han sido los intentos de señalar con precisión el lugar exacto donde se escribió la frase. Para algunos el sitio es justamente frente a los piletones de la quebrada. En cambio, y nada menos que la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, estableció el lugar a 20 km de la ciudad y así lo fijó por un decreto de 1941. Como ninguno de los miembros estuvo allí cuando se escribió la frase y tampoco hay fuentes precisas para determinarlo, nadie sabe como hicieron para lograr tal fin. Lo curioso es que según ellos el lugar sería a la derecha de la ruta que lleva a Zonda, justo cuando empieza el humedal donde nace el Estero. Aunque el camino histórico que conducía a Chile torcía precisamente a la izquierda, para alcanzar la estancia de Maradona.

Ni Sarmiento ni ningún viajero que quería cruzar Los Andes pasaba por donde la Comisión fijó el sitio. Esto no impidió que en el lugar elegido se construyese un importante monumento que hoy está completamente abandonado. La geografía del lugar se asemeja a la de Macondo, son casi 400 hectáreas de humedales, donde nace el Estero, abundan los cañaverales, los totorales, el pájaro bobo y 160 especies animales diferentes frecuentan el ecosistema. Por qué no aprovechar también para decir que un hombre valiente escribió seguramente cerca de allí un concepto que debe ser faro de nuestra conducta ciudadana. Y todo sin imaginar, sin mentir, ni exagerar, porque en muchos casos nuestra historia supera cualquier imaginación y eso es lo que nos acerca a Macondo.