Aunque ya se aseguró el calificativo de imborrable, lejos está el viaje de lo que planearon Agustina Ríos (21 años) y su novio a Bariloche, ya que todavía se encuentran varados en la ciudad rionegrina hace más de un mes, prácticamente sin salir del hostel donde residen y casi sin dinero.

Agustina describió que habían comprado para viajar vía aérea desde Mendoza para el 14 de marzo y el regreso estaba previsto para el 28, a través de Jet Smart. Preguntaron antes de partir si podían cambiar las fechas, pero como cobraban multa por eso asumieron hacer el viaje que habían planeado.

Así fue que el aislamiento social obligatorio que se ordenó el 20 del mes pasado los encontró en Bariloche. Y a partir de ahí viviveron una cadena de frustraciones en cada intento por regresar. El primero fue que ya no había vuelo de vuelta a Mendoza. "En Bariloche empezaron a enviar a turistas en colectivo a tres destinos: Buenos Aires, Córdoba y Menodza. Nosotros quisimos anotarnos para Mendoza, pero era solamente para residentes de esa provincia", contó la joven y agregó que en la misma situación se encuentran otros huéspedes en el hostel, quienes viajaron desde Misiones y Tucumán.

Cambio rotundo. Días soleados acompañaron a la pareja en sus primeros días en Bariloche. Hoy con el asilamiento social obligatorio tampoco cuentan con ropa apropiada con días más fríos.

Cuando se abrió la ventana de cuatro días para los varados, la pareja no pudo aprovechar la ocasión por temas económicos: "Nos cobraban 60.000 pesos por alquilar un auto, que debíamos dejar en Mendoza", señaló Agustina. Ante la posibilidad que los fuera a buscar un familiar, la chica dijo que también lo evaluaron pero se encontraban con el mismo inconveniente: "Sabemos que hay que pagar 21 días en un hotel para cumplir con el aislamiento y que el mínimo es de 1.500 pesos por noche y no contamos con ese dinero". Hasta preguntaron por el servicio de un remiss, pero el precio mínimo fue de 85.000 pesos.

Agustina reconoció que el tedio se va transformando en angustia y por eso decidió compartir su situación. Explicó que pasan con su novio prácticamente el día en la habitación. La única salida es comprar los alimentos, a un supermercado que está a media cuadra de donde residen. "Ya no nos queda plata y no sabemos cómo poder regresar. Salimos muy poco de la habitación. Realmente se está haciendo muy pesado", completó Agustina.