Quizá por su apellido ya nació predestinado. Osvaldo Olmo es sanjuanino, tiene 58 años y a los 18, cuando estaba saliendo de la escuela Agrotécnica Sarmiento, de la que ahora es directivo, conoció la pasión que lo acompañaría toda su vida: plantar árboles. Hoy, el Excel que lleva prolijamente actualizado, marca que en los últimos 39 años plantó 10.628 árboles de diversas especies en distintas zonas de la provincia.

Todo comenzó allá por 1982. Olmo recién había terminado la Secundaria cuando comenzó a desempeñarse como técnico del Estado provincial. En esa labor, ejecutada en el área de la entonces Subsecretaría de Agricultura y Ganadería le encomendaron una compleja tarea. Debía armar un bosque en el kilómetro 114 de la antigua Ruta 12 que llevaba a Calingasta. “Allí me enamoré de estos seres, que nos acompañan en esta vida”, confía.

Sólo un año después, en medio de su creciente interés por la forestación, aquel muchacho fue designado inspector de Fauna y Flora, cargo que desempeñó durante 5 años, en los que siguió plantando árboles. Luego pasó a ser encargado de Poda del Arbolado Público del Valle de Tulum, Ullum; hasta llegar a ser jefe del Instituto De Ecosistemas Andinos en 1990

Su carrera siguió creciendo, fue delegado Provincial ante la Ente Coordinador Interjurisdiccional de la Fauna de Argentina, jefe del Instituto De Recursos Naturales Renovables, jefe del Instituto De Investigaciones De Hidrobiología y coordinador del Programa Forestal Provincial hasta alcanzar su cargo más desafiante en el Estado, el de director de Arbolado Público, actividad que desempeñó entre 2009 y 2015.

“Cada uno de esos cargos me permitió continuar con la forestación, conocer sus secretos y las características de cada sector de la provincia para elegir las especies más adecuadas. Planté árboles en el Parque Tres Puentes en Alto de Sierra, en Calle 9 entre Ruta y Alfonso 13, en Lemos entre Calle 10 y Calle 11, en Mendoza entre 10 y 8…”, enumera el hombre que podría continuar con su larga lista por minutos.

Su tarea en el ámbito público del arbolado y la forestación terminó en 2018 y allí volvió a sus orígenes, la Escuela Agrotécnica, de la que hoy es coordinador General.

Desde allí, transmite la importancia de plantar y cuidar cada árbol que pueda, realiza esa tarea con sus alumnos y también con alumnos de otras escuelas de la zona. Y lleva incluso la actividad a sus hábitos más cotidianos. “Tengo un grupo de amigos, se llama ‘Los vierneros’, y con ellos también solemos hacer plantaciones en distintas zonas”, cuenta.

Y agrega: “Creo que, si cada habitante plantara un árbol y lo cuidara, el mundo sería distinto. No habría estas cuestiones que estamos sufriendo ahora de falta de agua. Siempre la solución es plantar árboles. Si llueve de más hay que plantar árboles, si hay vientos huracanados hay que plantar árboles, si no llueve también hay que plantar árboles. Plantar árboles ayuda a mantener el equilibrio climático siempre. Además, los árboles son un filtro de aire permanente, creo que no pensamos demasiado en eso”.

Cada árbol en su lugar

“No es solamente plantar árboles, sino que hay que saber qué árboles plantar. Tenemos que dividir la especie según el lugar en la que la vayamos a poner, el cuidado que le podamos dar y su función”, resalta Olmo.

Y explica: “Si se busca un árbol ornamental, del que nos podemos ocupar todos los días, se puede optar por alguna especie que no sea de la región fitogeográfica de la provincia. Por ejemplo, un lapacho. Esta es una especie hermosa, sobre todo cuando está en floración”.

Mientras que, “si lo que se buscar es forestar una calle, que tiene de 12 a 14 metros de ancho, una acacia blanca sería una buena elección. Es un árbol de importante porte que no requiere tanta agua”.

En ese sentido, el especialista pone el foco en las especies que se está eligiendo actualmente para el arbolado público en la provincia. Al respecto sostuvo que, “ahora se están plantando brachichitos y yo creo que esa no es la mejor opción. Es un árbol que se hace enorme, de forma cónica, y cuando tenemos en cuenta que sobre la calle va el tendido eléctrico, ese tipo de árboles podría generar problemas o sobre ellos se tendrían que desarrollar podas que cambiarían su morfología. Para mí, es una mala elección”.

“Estoy convencido de que las intendencias y la Provincia tienen que tomar cartas en torno a arbolado público. Pero claro, uno de los grandes problemas de la forestación es que los beneficios no se ven de forma inmediata. Los árboles son políticamente incorrectos”, sostiene mientras ríe.

El legado

Además de la tarea que ha desarrollado en distintos ámbitos a lo largo de su vida, Olmo lleva como estandarte la forestación a donde vaya. Inculca la importancia de plantar y cuidar árboles a los alumnos e incluso uno de sus tres hijos heredó su pasión.

“Uno de mis hijos es guardaparque. Y es un apasionado, un loco de la forestación autóctona. Este tipo de plantas son difíciles de ubicar, porque tienen espinas. Pero siempre un árbol se puede acomodar. Yo tengo un árbol con espinas en uno de los costados de mi casa y te puedo asegurar que nadie va a subir a mirar por ahí”, comenta.

Mientras confía que “ya estoy con ganas de jubilarme, pero aún así no voy a abandonar lo que más me gusta. Tengo una casa en Pedernal y estoy forestado todo”.