María Elena comenzó escribiendo para adultos. Sus poesías le depararon el padrinazgo de Juan Ramón Jiménez (Platero y Yo) con quien vivió en Estados Unidos. No fue una experiencia feliz. "Cada día tenía que inventarme coraje para enfrentarlo, repasar mi insignificancia, cubrirme de una desdicha que hoy me rebela. Me sentía averiguada y condenada. Suelo evocar con rencor a la gente que, mayor en mundo, tuvo mi verde destino entre sus manos y no hizo más que paralizarlo. Con generosa intención, con protectora conciencia, Juan Ramón me destruía, y no tenía derecho a equivocarse porque él era Juan Ramón, y yo, nadie", decía Walsh. De regreso al país, comenzó a brillar en los círculos más calificados. Pero se sentía asfixiada por las represiones sociales, por los celos del mundillo cultural y por el clima político. Su espectáculo Juguemos en el mundo fue un acontecimiento cultural que influyó en la nueva canción popular argentina. A su manera, se sumó al Nuevo Cancionero impulsado por Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Tito Francia y Rubén Mattus. En materia de letras, aportó mucho a la canción de protesta: desde su clásico La Cigarra, himno contra la dictadura militar; hasta una mirada hacia la inmigración con Zamba de Pepe. También abordó su percepción sobre el peronismo con El 45 y la postura de la clase media porteña con Gilito de Barrio Norte. Otro disco importante por su temática social y su fina ironía fue El sol no tiene bolsillos, que incluye canciones como Vals municipal.