Meticuloso. Iván Simoncelli, al frente del Faunístico, es uno de los encargados de corroborar el estado de salud de las serpientes que se encuentran en el lugar. Todas las semanas les revisa la boca para detectar si padecen de algún trastorno.

Los martes, el Faunístico se convierte en escenario de las tareas más insólitas y que muy pocas personas conocen. Todas tienen el mismo objetivo: cuidar la salud de los más de 1.000 animales que alberga y prevenirles el estrés o cualquier otro tipo de daño. El personal hasta pesa a las serpientes para corroborar que no hayan bajado de peso, ya que esto indicaría que padecen alguna afección. Ese día de la semana este Centro de Recuperación para la Fauna Silvestre cierra sus puertas al público tanto para que los animales descansen del bullicio de las visitas y se relajen como para que los empleados puedan desplegar su logística de trabajo con total comodidad. DIARIO DE CUYO fue testigo exclusivo de esta faceta desconocida.

Los empleados no necesitan un reloj. Los primeros rayos de sol indican que ya es hora de arrancar con un largo, pero reconfortante día de trabajo. Lo primero que hacen es la división de tareas, aunque esto es un mero formalismo. Saben que cada uno seguirá atendiendo a las especies que tuvo asignadas durante los últimos meses. "Todo está pensado en función del bienestar de los animales y de la seguridad del personal. Tratamos que siempre sean los mismos empleados los que los atiendan a las diferentes especies para que los animales los reconozcan y no se alteren cuando ingresen a sus recintos. Además, esto es útil para detectar cualquier señal que indique algún trastorno que afecte a las especies. Los empleados las conocen y saben cuando algo extraño les ocurre", dijo Iván Simocelli, al frente del Faunístico. 

Pese a que Franco Miranda ya está en la puerta del refugio de los pumas, espera a que llegue Diego Marques, compañero de tareas, para recién ingresar. Las normas de bioseguridad que se aplican en el Faunístico indican que no deben ingresar solos a los recintos de los animales peligrosos. 

Un silbido y un par de golpes de palmas es suficiente para que los seis pumas pasen todos a una misma jaula, donde quedan encerrados hasta que Franco y Diego terminen con la limpieza que demora más de media hora. Es que no sólo limpian los bebederos y las cuevas donde duermen los felinos, sino que barren el suelo del todo lugar y con detenimiento para detectar restos de vómito o diarrea. Con los pulgares arriba avisan que no hay señales que indiquen que alguno de estos animales esté enfermo.

El graznido de gansos y patos es ensordecedor. A ese bullicio se suma la polvareda de las maras corriendo alocadas dentro de sus recintos. Es que ya percibieron un sonido bastante conocido y que les indica que llegó la hora de comer. Es el ruido que hacen las carretillas en las que los empleados acarrean los fardos de pasto y las mezclas de alimentos para darles.

Pasan las horas y mientras el personal se encarga de terminar con las tareas de mantenimiento, el equipo de veterinarios entra en acción. Mientras uno de ellos se encarga de cortarle las astas a un ciervo para evitar que lastime a las hembras en celo o a los demás machos (ver a parte), otro se dedica a revisar el estado de salud de las serpientes. Hay varias hospedadas en el lugar, pero atiende primero a las que están en cuarentena, tras llegar por un decomiso o de ser atrapada en una vivienda. Todo esto sucede en la habitación que los especialistas han bautizado "enfermería", ya que es el sitio que destinaron para la atención de las diferentes especies. 

Con un solo movimiento, Simoncelli atrapa a una de las víboras ratonera para tomarle la temperatura con un termómetro especial. Luego la pesa y finalmente le revisa la boca que es el principal lugar que revela síntomas de estrés o de otra afección. La revisación dio resultados positivos. La salud del ofidio es perfecta.

Cynthia González, otra veterinaria, esperó que su colega regresara la víbora a su recinto para poder comenzar a revisar a su paciente, un benteveo con diarrea. Con total suavidad lo envolvió en un paño limpio para no incomodarlo con el frío de los guantes de látex y para poder inmovilizarlo y medicarlo. Con una jeringa le dio de beber el antibiótico.

El pájaro comenzó a inquietarse un poco y no por estar en peligro, sino por, aparentemente, haber recuperado el apetito. Cerca de él estaba Cecilia Rodríguez, extrayendo gusanos y otros bichos de un tupper. Ella es la encargada de la producción de insectos que se realiza en el Faunístico. Son los que mezclan con maíz y otros productos, para darles a las aves una alimentación lo más natural posible. "Tratamos de que los refugios y la comida sean lo más parecidos a los que las diferentes especies tienen en su hábitat natural para que se sientan cómodos y cuidados. Es por eso que hasta producimos plantas acuáticas para colocar en los recintos de los peces", sostuvo Simoncelli.

Insectario. En el Faunístico realizan la reproducción de insectos, alimentándolos con harina y restos de frutas y vegetales.
Dedicación. Cynthia González, es la especialista que se encarga de revisar a las aves que se encuentran en cuarentena.
Precaución. Para limpiar el recinto de los pumas los empleados ingresan de a dos para evitar cualquier incidente.



Inversión
 

Por mes se invierte $1.000.000 en el Centro para la Recuperación de Fauna Silvestre para el mantenimiento de las instalaciones y la atención de los animales. La mayor parte del dinero lo aporta la Municipalidad de Rivadavia, mientras que el Gobierno provincial también hace su aporte para colaborar.

Personal

50

es la cantidad de personas que desempeñan diferentes funciones en el Faunístico para cuidar la salud y bienestar de los más de mil animales que se alojan en este lugar.

Corte de astas

La comida como anzuelo

Para reunir a los ciervos y poder atrapar al que se le deben cortar las astas, los empleados ingresan al recinto para repartir los fardos de pastos. De a poco los animales se acercan atraídos por la comida. En ese momento se determina cuál de los machos necesita este tratamiento para preservar su salud y la del resto.

Un trabajo en equipo

Luego de que el ciervo es atrapado se lo acuesta sobre el suelo y es sujetado por dos o más empleados para mantenerlo inmovilizado. Mientras, otro procede a cortarle ambas astas con una sierra de mano. Este trabajo se concreta en menos de 5 minutos y no le provoca ningún daño ni dolor al animal.

Puntería, la clave para atraparlo

Una vez que el personal del Faunístico determina a cuál de los ciervos hay que cortarles las astas, uno de los empleados se encarga de atraparlo. Lo hace con el uso de un lazo y poniendo a prueba su puntería. Después de varios intentos logra atraparlo y enrosca el lazo a un tronco de un árbol para evitar que el animal se suelte.

Momento de la liberación

Luego de que le cortan ambas astas al ciervo, el personal involucrado en esta tarea lo libera para que se reúna con los demás animales de su especie. El ciervo corre por todo el recinto por unos segundos hasta que vuelve a tranquilizarse. En un año volverá a tener las astas completamente crecidas.