Para contextualizar las razones por las que el vino es la Bebida Nacional, vale mencionar el esfuerzo de todos los representantes de la actividad cuyo fruto ha sido la elaboración del Plan Estratégico Vitivinícola Argentina 2020, planificación que tiene entre sus objetivos primordiales:


*Reimpulsar y reposicionar el mercado local de vinos;


*Posicionar a los vinos argentinos en los mercados externos;


*Integrar a la cadena de valor a pequeños y medianos productores;


*Lograr las mejores condiciones de negociaciones internacionales para todo el sector.


Este Plan Estratégico, gestionado por la Corporación Vitivinícola Argentina, ha sido ampliamente reconocido como ejemplo de organización sectorial.


Investigaciones del Fondo Vitivinícola Mendoza señalan que la vitivinicultura nacional contribuye en casi 14 mil millones de pesos al valor de la producción bruta de la Argentina en forma directa.


El sector agrícola aportó más de 3 mil millones de pesos, lo que representa cerca de 17.000 pesos por hectárea. Si se compara este dato con otros sectores agrícolas, tales como las oleaginosas cuyo valor bruto de la producción por hectárea es de $2.100, se demuestra el alto grado de producción intensiva y de productividad de la vitivinicultura.


El valor de la producción bruta del conjunto de la cadena vitivinícola, permite visualizar que el mercado interno contribuye con 65,5% a la generación de ese valor, en tanto que el sector externo lo hace en un 27,4% y el resto corresponde a la valoración del stock.


Las ventas al mercado interno fueron de 9 mil millones de pesos.


El turismo vitivinícola en 2010 generó un impacto directo de 250 millones de pesos.


La vitivinicultura genera más de 113 mil empleos entre directos e indirectos. De los $2.100 millones que suma en total la masa salarial del sector, alrededor de $1.600 millones pasa por la actividad primaria y cubre los 55.000 empleos equivalentes a dedicación plena. La elaboración de vino y mosto en el último año demandó casi 38.000 empleos directos.