Complicaciones familiares y, principalmente económicas, llevaron a Luciana Díaz a adeudar una costosa suma de dinero por el servicio de energía eléctrica. Después de varios meses e idas y vueltas, logró que la empresa aceptara a apertura de una nueva línea de contratación del servicio básico. No obstante, desde hace una semana que la prestadora provincial no instala el medidor en el domicilio de Díaz, que necesita con premura poder refrigerar los medicamentos de su bebé de 3 años que padece convulsiones crónicas.

A principios de este año, Luciana y su pareja –ahora ex- y padre de su hija, comenzaron a acumular una cuantiosa deuda –más de 10.000 pesos- con Energía San Juan, que culminó con la quita del servicio. En ese momento, la necesidad de energía eléctrica fue calmada por una vecina de la zona de Campo Afuera (Albardón) con la que acordaron conectarse de manera clandestina a cambio de pagar parte de la tarifa. Sin embargo, nunca dejaron de sentir el apremio por solucionar su situación con la empresa. Sobre todo, para independizarse de las siempre complejas relaciones vecinales.

Mucha agua pasó debajo del puente y, hace unas semanas, la relación con la vecina se cortó por distintos problemas –que Luciana no aclaró-. Sin tener solucionada la deuda y ahora sola con su hija, pues se separó, Luciana salió en busca de algún tipo de solución estatal. Llegó al municipio de su Albardón natal y allí le aconsejaron que, hasta subsanar sus dificultades económicas, abra una nueva línea de contratación del servicio de energía. Así fue que, hace exactamente una semana, el hermano de Luciana hizo los trámites requeridos para poner un medidor en la casa de su hermana. Y, si bien en la empresa aclararon que iban a tener una demora de 3 días, nunca llegaron.

Desde hace una semana, Luciana no tiene luz y su mayor preocupación es su hija, que padece convulsiones crónicas y que necesita, no sólo estar en un clima agradable, sino también y, fundamentalmente, refrigerar su medicación.