Ya sea por pedido o una grata sorpresa, habrá niñas y niños que recibieron un regalo al celebrarse el Día de las Infancias que puedan comenzar a moldear sus vocaciones, sin que lo tengan en claro por supuesto. Las encuestas en distintas ciudades del mundo (occidental) apuntan que siguen siendo las mismas profesiones en los últimos años las preferidas por los niños cuando se imaginan adultos y los juguetes y juegos forman parte de ese contexto.

Deportista (especialmente futbolista), médica/o, policía y profesor/a siguen estando a la vanguardia de las preferencias en infantes de 4 a 12 años, según publicó la consultora española ADECCO. Las ‘novedades’ figuran entre los consultados que superaron los 10 años, que incorporan la profesión de ‘youtuber’. En líneas generales, las fantasías siguen siendo similares a las del tiempo en que sus progenitores transcurrieron su niñez.

El voleibolista Rodrigo Quiroga (33 años), la médica Daniela Saldivar (36) y el bombero Agustín Moya (39) son parte de esos sanjuaninos que plasmaron la vocación que tuvieron de pequeños y ninguno evidenció ni una pizca de arrepentimiento de la elección.

Quiroga se autodefinió como “un caso particular. Mis primeros recuerdos son ver a mi viejo dirigiendo, cuando vivíamos en Italia. Desde muy chico el sueño fue claro, que quizás es la parte más difícil para las personas cuando crecen. No quiere decir que  porque mi madre y mi padre fueron voleibolistas, tenía que ser así. Hay muchos hijos de jugadores de vóley que quisieron hacer otra cosa. Pero para mí estuvo siempre allanado el camino. Me gustaba ver los partidos, hablar y entrenar. Siempre estuve con la pelota”.

Rodrigo Quiroga cumplió con creces su 'sueño de pibe'. Todavía en actividad, ya sabe lo que es jugar en las ligas más prestigiosas del mundo y con la selección argentina, llevar la cinta de capitán.

Así el niño que improvisaba con una soga en la plaza o las rejas de la puerta de su casa como red, fue dando pasos seguros y construyó una carrera en el alto rendimiento deportivo que lo llevó a participar, entre otras experiencias, en Mundiales y Juegos Olímpicos. Perfeccionista desde que tiene uso de razón, Quiroga afirmó que salvo el hobbie de la guitarra, toda actividad que encaró siempre fue para tratar de hacerlo lo mejor posible. Así fue que alternó su pasión con otros deportes como natación y gimnasia, pero siempre su prioridad estuvo en el voley. Y más allá de su historia personal, señaló que el deporte ayuda a crecer. “El deporte sanamente te enseña a cuando uno es grande como afrontar los malos tragos”.

En sus primeros recuerdos, Rodrigo se identifica con una pelota de voley.

Daniela Saldivar también creció en un contexto especial. Hija de un chofer de ambulancia de Salud Pública y de una enfermera, contó que para los Reyes Magos ella o su hermana un año menor pedían la valijita de médico y pasaban tardes enteras con el estetoscopio, termómetro y otros juguetes, ‘analizando’ a los bebotes. “Hoy soy obstetra, pero a la especialidad la escogí luego de haber comenzado a estudiar la carrera”, aclaró la médica que se desempeña en el Servicio de Maternidad del Hospital Rawson y es jefa de internados y de la Guardia de Sanatorio Argentino.

Daniela Saldivar creció junto a su hermana jugando con 'valijitas' de médico y 'bebotes'. Ambas supieron siempre que su vocación era la medicina.

Saldivar también contó que atesora como recuerdos de su infancia los chocolates que organizaba ATSA para el Día del Niño, que su padre siempre se comprometía a llevarla, junto a su hermana. “Nunca evalué otra opción. De chica no me imaginaba trabajando de otra cosa que no sea en la salud y siempre era mi juego favorito”, indicó Daniela quien además es ahijada de una enfermera. Madre de 3 varones de 13, 7 y 5 años, la médica observó en su ámbito laboral que en este año, por el aislamiento social obligatorio: “Se fortalecieron los vínculos más estrechos en las familias íntimas. Hoy nace un bebé y está con sus papás y nadie más-. La sensación que tengo es de un fortalecimiento de la unidad primaria”.

Pura simpatía. Daniela Saldivar, en los años que disfrutaba los chocolates por el Día del Niño a los que la llevaba su padre. 

Los abuelos de Agustín Moya vivían en Caseros y Pedro Echagüe, a 3 cuadras del entonces cuartel de Bomberos, cuando estaba ubicado en San Luis y Aberastain. El asombro, admiración y otras sensaciones se arremolinaban en el pequeño Agustín cada vez que pasaba por la puerta del cuartel. Cuando cumplió casi los 25, habiendo elegido la informática y la fotografía como herramientas para ganarse el sustento, un amigo fue quien hizo que reconectara con su dormida vocación. “Por un amigo del alma, Sergio Cuello, cumplí el sueño de formar parte del servicio de emergencia bomberil”, relató Moya, quien impulsó la creación del cuartel de bomberos voluntarios de Pocito.

Agustín Moya y una pasión sin escalas por servir a la comunidad como bombero.

Agustín recordó que de niño se pasaba horas jugando con autitos “que dejé como a los 13, más por las cargadas de la edad que tenía que por falta de interés”, confesó con una sonrisa. Hoy, siente algo especial con los carros de bomberos a escala que van siendo obsequiados al cuartel. Pero es más fuerte todavía la movilización internacuando repasó la escuela de cadetes que comenzó el año pasado. “Ahora está interrumpido obviamente por el aislamiento, pero la cantidad de chicos que venía nos sorprendió. Más de 120 chicos que venían los sábados a la mañana era una cantidad que nunca imaginamos”, compartió. Agustín se mostró en sintonía que los niños siguen admirando a los mismos oficios que en su infancia. “Cuando vamos a una escuela a dar alguna charla y nos tenemos que quedar firmando autografos, también es algo impensado”, concluyó.

Hermanos y compañeros. Agustín y su hermana Yolanda, quien le siguió en sus pasos como bombero, al igual que la madre de ambos, Mónica.