García Merou, escribió sobre la noche en la que murió Sarmiento: "La noche tropical era ranquila, húmeda, poblada de rumores extraños que se confundía el lamento de la brisa entre los árboles. Eran las dos de la mañana y el cielo cubierto de estrellas empezaba a palidecer. Al llegar a la Cancha nos precipitamos en la habitación del enfermo y una escena imponente se presentó a nuestros ojos. Sarmiento acababa de expirar. Su expresión serena y majestuosa. Parece dormido después de tantas luchas y fatigas".