De las 14 integrantes del coral, Argentina Cortés, Elsa López y Josefa Sin, son tres de las coreutas más antiguas.

Paradójicamente, Argentina es también una de las más jóvenes del grupo. A sus 67 años, es docente y trabaja como auxiliar de dirección en las escuelas Sagrada Familia y Anabel Balmaceda.

Para ella, el coro es "una de las cosas más lindas" que le tocó vivir. "Cuando empecé a cantar yo tenía mi marido, pero cuando enviudé y murió mi madre, el grupo me ayudó muchísimo. Las penas se superan y las alegrías se celebran, si no hay para festejar, ¡lo inventamos!", dice, y entre los tragos amargos hace referencia a la pérdida de uno de los dos varones que fueron parte de las filas de Edad de Oro y falleció, "se llamaba Oscar Guardia y era tío de Ernesto", recuerda.

Por su parte, más conocida como Chicha, Elsa es la de mayor edad. Tiene 84 años, es docente jubilada, soltera y vivió cinco años en Nueva York. Con una lúcida simpatía, ella cuenta que empezó a cantar con Juan A. Petracchini hace más de 40 años en la Agrupación Coral hasta que emigró a Edad de Oro.

"Cuando se murieron mis padres mi terapia fue cantar. No fui a una escuela a tomar clases de música, yo aprendo de oído. Yo siento que el canto me rejuvenece porque el tema de la respiración es liberador. Nos tomamos el pelo viendo fotos viejas y rememorando viajes, a veces, terminamos llorando ¡pero de risa!", expresa, revelando que son los hombres el blanco de las cargadas, "las que no tenemos les aconsejamos a las casadas que los cuiden aunque ya no sean los de antes, y ellas nos dicen: ustedes dicen eso porque se libraron de tenerlos", expresa entre contagiosas risas.

Con simpática lucidez, la mujer también rescata entre sus divertidas vivencias la pérdida de ropa íntima en algún recital fuera de la provincia, "a muchas nos pasó, por eso yo siempre hago chistes y pregunto "¿todas tienen puesto el corpiño?".

Josefa se plegó al coro un año después que ellas. Tiene 75 años y afirma que su ingreso fue gracias a Chicha. "Ella me invitó, yo había formado parte del coro de adultos Gaudemos de Petracchini. Esto es una terapia, nos ayuda a olvidar las penas y en mi caso me ayudó después del fallecimiento de mi cuñado y un sobrino", destaca quien se define "soltera y no solterona", en medio de guiños pícaros, esperando la próxima juntada.