Torrontés, con 23 a 26 % de merma.


En pleno verano, algunas "voces" de la producción local anunciaban una merma histórica y catastrófica del orden del 40 % para los más audaces y 20 % como mínimo para los más moderados. Esto sucedió en primera instancia en San Juan, a lo que más tarde comenzó a sumarse un sector de productores y dirigentes de Mendoza. Las noticias de entonces así lo reflejaban. 


Cuando el INV comunicó a principios de febrero que su estimación era del 10 % para San Juan, 14 % para Mendoza y 13 % para todo el país, un sector de la dirigencia le entró duro en declaraciones y cuestionó al organismo oficial poniendo dudas (una vez más), en lo profesional de sus equipos técnicos. Algo que no se entiende, ya que desde hace dos años, la actual gestión del INV, a modo de innovación, ha invitado a las organizaciones de productores y bodegueros a participar en las estimaciones a campo con sus técnicos, para mejorar este trabajo con sus aportes y hacerlo lo más certero posible. 

Cabernet, promedió 23,5 % de pérdidas.


Así fueron invitados INTA con Cambio Rural, grupos CREA, Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (ACOVI), Asociación de Viñateros de Mendoza, Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza (APROEM), Consejo de Enólogos de Mendoza, Mesa Vitícola de San Juan, Asociación de Viñateros Independientes, Federación de Viñateros, Consejo y Centro de Enólogos de San Juan, entre otros.


La movida de un sector de instalar una merma catastrófica para que así suba el precio de la uva no fue inteligente. Los grandes títulos de los diarios no subieron los precios. Y mucho menos lo fue, ante la evidencia de los datos reales, que un sector ponga en duda los comprobantes de pesada de uva, lo que significa un "estiramiento" con agua de parte de enólogos y bodegueros. Toda una desprolijidad si pensamos que estamos en el siglo XXI, en la era digital y con nuevos aparatos y biotecnología. Hay que ser responsables y cuidar la imagen del vino argentino. Atrás quedó la industria de los años 70. Hoy son otros tiempos, otros productores, otros técnicos, otra industria y otros mercados. 

Moscateles, tuvieron mermas del 23 %.


LAS CIFRAS DE SAN JUAN

La uva Cereza es la principal variedad producida en la provincia. Representa el 43 % del total de lo ingresado a bodega. Tuvo un 11.7 % de merma, lo cual refleja una sintonía estadística con el 11,5 % del general. Es la que mueve para arriba o para abajo la producción total de la provincia. Y es aquí donde las estimaciones se centran. Para que se den las mermas del 40 % o 30 % que estimaban los productores, la Cereza, una de las cepas más rústicas criollas de la zona, debería haber rondado estos porcentajes. Algo que no sucedió. No obstante se perdieron 25 millones de kilos, respecto al año 2021. 


Prosiguiendo con el análisis, el tandem de las uvas blancas Moscatel de Alejandría, Torrontés Sanjuanino y Torrontés Mendocino, sufrieron mermas del orden del 23,4, 23,5 y 26 %. Sólo en estas variedades se perdieron 10,3 millones de kilos.


La Pedro Giménez y el Torrontés Riojano, pesaron entre un 15 % y un 13 % menos. Unos 6,7 millones de kilos menos respecto al 2021.


Las blancas y rosadas de calidad fueron también afectadas, Chenin (30 %), Chardonnay (16 %), Sauvignon Blanc (13,6 %), Ugni Blanc (9,6 %), Viognier (5,5 %) y Pinot Gris (2,2 %). Todo el grupo rindió 3,2 millones de kilos menos.


Por el lado de las tintas finas las que más sufrieron fueron el Cabernet Sauvignon, el Merlot y Tannat, con el 23,5%, 28,5% y 33% respectivamente. No obstante estas cepas solo hicieron bajar la cosecha en 4,7 millones de kilos.


Es lógico suponer entonces que un productor de estas variedades haya tenido rindes distintos a la mayoría y muy por encima del promedio general del 11 %.


Prosiguiendo con las tintas, la Bonarda y Syrah fueron a la baja entre el 16 % al 18 % con 8,7 millones de kilos menos entre ambas. La Malbec, la tinta más cuidada, tuvo una baja del 2,2 %.

La tintorera Aspirant Bouschet fue la única con más producción: un 9,4 %.


EN ARGENTINA

A nivel país las cepas que más sufrieron la merma de uvas fueron el Moscatel Rosado (36,3 %) y la Criolla Grande (28 %). La Cereza a la baja con el 14,8 %. Solo estas tres variedades criollas pesaron respecto del año pasado 126 millones de kilos menos. Las mismas representan el 21 % de la superficie total cultivado en la Argentina.


Los rindes de las criollas bajaron en general. Torrontés Sanjuanino (26 %) Moscatel de Alejandría (21,7 %), y Pedro Giménez (19 %). 


Las blancas de alta calidad enológica requeridas por gran demanda y base de vinos espumantes, tuvieron también mermas siendo las más afectadas Chenin (20 %) y Ugni Blanc (20 %). Este bloque de uvas peso en báscula unos 23,4 millones de kilos menos este año. Solo el Viognier fue positivo con un incremento del 1,6 %.


Por el lado de las tintas podemos decir que solo creció la Ancellotta por nuevos viñedos un 8,6 %. El resto a la baja. La más afectada fue Tempranillo (24,5 %) seguida de Tannat (19,5 %) y Cabernet Sauvignon (16,3 %). Las pérdidas totales sumando el otro trío de calidad como Bonarda, Syrah y Malbec, fue de 107 millones de kilos en todo el país.


Como conclusión podemos decir que la Argentina vitivinícola perdió en esta cosecha unos 312 millones de kilos con destino a bodega, la segunda más baja en los últimos 7 años que será reflejado en menor producción de vinos y mostos.