La firma alcanzó hace poco la validación integral como productor orgánico. No existe otro con esas características en el país de Argentina.

Una de las cosas sorprendentes es que no hay olor ni moscas, tan habituales en la producción avícola.

A partir de febrero se pondrá en marcha el circuito de venta.
Todo tiene una historia

Cocorokeen empezó a tomar forma hace tres años, cuando Darío Ortiz compró una antigua granja dedicada a la producción intensiva de pollo bajo el modelo convencional en Carlos Keen. Sostiene que la idea de producción de manera orgánica fue parte de un proceso de aprendizaje.

"Cuando compramos no sabíamos qué íbamos a hacer. La idea se fue gestando en charlas con vecinos. Primero dimos con unas personas que hace pollo de calidad diferenciada. Hablamos durante un año pero no prosperó. Luego participamos de una charla de orgánicos que se hizo en Luján y empezamos a investigar", relató Ortiz.


El camino de lo orgánico

El camino orgánico es difícil en un mercado dominado por la producción intensiva. Implica la puesta en marcha de otras lógicas. En Cocorokeen se cría el pollo campero argentino, que posee una genética con características especiales.

Entre las diferencias entre la producción industrial y la orgánica se encuentran los tiempos de crianza, cantidad de animales por metro cuadrado, alimentación. Todo esto repercute también en los costos. El tiempo promedio de crianza es de 84 días, mientras que las producciones convencionales tienen un ciclo más reducido que oscila entre los 40 y 50 días. Se trata de una producción menos intensiva.

Se calculan 6 pollos por metro cuadrado, mientras que la forma industrial duplica la cantidad de animales. El método orgánico impone, además, granos certificados sin transgénicos y alimentos balanceados sin proteína animal. Tampoco se usan medicamentos.

En Cocorokeen se contempla un amplio sector para el pastoreo de los animales, algo que no ocurre en las producciones intensivas. +El predio cuenta con espacios de pastoreo de casi una hectárea y media, con malla antipájaros para que no haya contaminación con otras aves. Se obtiene una carne más oscura, más sabrosa y baja en grasa+, sostuvo Ortiz.

Curioso este caso de emprendimiento avícola en el vecino país de Argentina, la pregunta sería, ¿nuestro país y nuestra industria que opina de sucesos de esta índole? ¿Será un esquema adaptable en nuestro país? ¿O estaría destinado al fracaso? Los entendidos tienen la última palabra.