A casi 300 kilómetros de la capital sanjuanina y a una altitud de 2.050 msnm se encuentra El Chinguillo, una localidad iglesiana en la que vive una sola familia que quiso continuar habitando este pequeño paraíso forjado por Don Juan Solar. Son 15 hectáreas donde se cultivan vegetales, crían animales, y un pequeño viñedo de menos de media hectárea del que ya salió una partida limitada de 500 botellas de vino que será presentada (y vendida), el próximo 22 de septiembre a las 20 en La Masía, ubicada en Rawson. He aquí lo más importante: todo lo recaudado será destinado para impermeabilizar la vertiente de agua que se usa para riego, para consumo de la familia de Iván Solar y de los turistas que visitan el lugar. Estiman que el precio será de alrededor de 7 mil pesos la unidad tanto del Malbec como del Blend Cabernet Sauvignon Malbec.

Tampoco será un vino más, y no sólo por las virtudes de las vides que allí se cultivan, los inconvenientes que se deben sortear para llegar casi hasta San Guillermo, ya que se encuentra en el portal de esta Reserva Natural, o las virtudes de elaboración que le propinó Juan Camuñas, el enólogo a cargo, sino también porque es el viñedo más alto de Cuyo. Un detalle nada menor.

La historia comenzó hace tiempo con Juan Solar, el único habitante del lugar que falleció hace dos años. Allí él cultivaba -ahora lo sigue haciendo su hijo Iván- zapallos, alfalfa, porotos, frutales, entre otros vegetales, y fue quien inició la viña de Malbec, Cabernet Sauvignon y Sauvignon Blanc hace unos ocho años. Una verdadera aventura por tratarse de un lugar alejado de todo, tanto que la primera cosecha se transformó en dos damajuanas de vino casero.

Sólo un soñador elige vivir en plena naturaleza, aislado de las comunicaciones (recién desde hace un año cuentan con antena satelital para estar en contacto con el mundo), y dedicar su vida a este minipueblo para que nunca deje de existir.

¿Cómo nació la idea de plantar vides de calidad enológica? Hace unos 10 años llegó hasta allí Andrés Martínez, un joven empresario que le gusta descubrir la provincia y conocer lugares inhóspitos. Lo que no sabía es que encontraría a Don Juan. "Llegué al Chinguillo por primera vez y me atendió tan bien que no dejé de ir nunca más. Recuerdo que en aquel momento no hacían almuerzos para turistas, pero igual él nos preparó una cazuela de gallina espectacular. El tema es que estaban sin luz porque se había roto el generador y me puse a arreglarlo sin saber nada de eso. Don Juan me metía presión y me decía que si lo arreglábamos, la próxima vez nos iba a esperar con un asado bien servido. No se cómo lo arreglamos. Igual me quedé preocupado porque estaba dañado, así es que cuando volví a San Juan le compré un repuesto y se lo hice llegar. De ese modo nació una gran amistad con toda la familia y empezamos a ir con amigos y familiares que se sumaron para pasar allá fines de semana", cuenta Martínez.

Después llegó la idea de hacer una viña, y se hizo. Hasta ese momento sólo había una pérgola con las llamadas uvas chinches. Recién en el 2020, Andrés buscó a Juan Camuñas, el enólogo que se encarga de hacer estas verdaderas microvinificaciones.

"No sé bien como llegaron hasta mí, pero lo cierto es que para hacer esto hace falta mucha pasión, sabemos que no tiene un rédito económico. Ese año Andrés Martínez y Juan Ignacio Herrero, dos personas que sólo quieren dar una mano a la gente del lugar, me trajeron desde allá unos 200 kilos de uva entre Malbec y Cabernet Sauvignon, muy poquito, así es que hice una co-fermentación de la que salieron unas 120 botellas. Las fraccionamos con etiqueta de Finca Camuñas que decía El Chinguillo", cuenta Camuñas.

Don Juan Solar fue el fundador e impulsor de El Chinguillo. Lamentablemente no llegó a conocer los vinos que llevan el nombre del paraje elaborados con vides de alta calidad enológica. Falleció en enero de 2021.

Quizá tampoco tomaron dimensión que este sería el comienzo de verdaderos descubrimientos, tanto en los vinos como en las dificultades que tuvieron que sortear. Así fue que en el 2021 llegaron desde allí dos cajones de Sauvignon Blanc con los que se obtuvo un vino que ni el mismo enólogo podía creer. "Nunca probé nunca un ejemplar de esa variedad tan espectacular. Una tipicidad única, tiene ruda, incluso aparecen notas de hierbas de la zona, ajenjo, jarilla, tomillo y una gran acidez natural", confiesa con la pena de saber que sólo fueron 30 botellas. Aún no han develado si quedó alguna para la venta, o al menos para probar.

A la par las plantas de Malbec y Cabernet Sauvignon comenzaban a dar más kilos. Ese año cosecharon unos 300 kilos de Malbec y otros tantos de Cabernet Sauvignon. "Con el Malbec pude llenar una barrica bien usada para que la madera no interfiriera demasiado en las características de la variedad porque la idea es ver que notas da esa zona. Se fraccionó hace casi un año y sigue en estiba", indica Camuñas.

No todo es color rosa ya que a diferencia de otros lugares resulta difícil llegar, hay que atravesar varios ríos, por lo que los controles de las uvas son bastante esporádicos, con lo cual se comprueba aún más el potencial del lugar que Camuñas compara con Pedernal.

Lamentablemente, Don Solar, no alcanzó a probar los vinos elaborados por este profesional porque falleció pocos días antes de programado el viaje para llevar unas botellas a mediados de enero del 2021. Ese fue uno de los motivos por los cuales decidieron continuar con este objetivo y lograr algunos ingresos para volcar en las necesidades del paraje.

Al parecer esta viña seguirá en crecimiento teniendo en cuenta que la semana próxima se iniciará la implantación de 500 nuevas plantas de vides para aumentar la producción.


El destino de la recaudación

Una de las grandes necesidades es la impermeabilización de la vertiente que suministra agua al Chinguillo para lo cual Martínez ha conseguido algunos materiales, además del compromiso de la municipalidad de Iglesia para colaborar con una cuadrilla que trabajará para ese fin una vez que se cuenten con todos los recursos necesarios, sobre todo la cañería. Eso permitirá que tanto los anfitriones como los turistas puedan disfrutar del agua pura que baja de la cordillera.


Las peripecias

Los inconvenientes más complicados para las viñas implantadas en El Chinguillo aparecieron en el 2022, temporada en la que se perdió la cosecha porque los pájaros se comieron todas las uvas, lo que obligó a cubrirlo con mallas protectoras para el año siguiente. Literalmente no dejaron ni un grano.

Siempre con la idea de seguir adelante sin importar los inconvenientes que pudieran surgir, la viña fue muy trabajada esperando un 2023 fructífero, pero esta vez fue un temporal el que terminó con todo. Dos años perdidos. 

La mejor herencia

Don Juan Solar era casado con Doña Rosa, con quien tuvo once hijos. Actualmente sólo Iván junto a su esposa Lorena, y sus pequeños Jesús y Reynaldo, son los que decidieron seguir dándole vida a ese "mini pueblo", tal como quería su padre.

La casa que habitan es muy grande con comodidades para albergar a turistas que llegan entusiasmados a conocerlo, comer las preparaciones que ellos hacen con animales y verduras del lugar (todo orgánico lógicamente ya que no contienen pesticidas ni herbicidas), a realizar cabalgatas, conocer la capilla de San Isidro Labrador, y vivir un par de días en un sitio de ensueño.

Todo turista que ha llegado hasta allí no se cansa de hablar de su belleza paradisíaca y, sobre todo, de la hospitalidad de los anfitriones, herederos de la amabilidad de Don Juan.

Los pioneros

Cuando Andrés Martínez decidió implantar los primeros viñedos en la media hectárea de la Finca El Chinguillo no fue sólo. Invitó a Juan Herrero, ingeniero agrónomo que se sumó a la cruzada, el suegro de Andrés, dos amigos, y el actual vicepresidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, ingeniero Hugo Carmona, quien advirtió que ese era el viñedo más alto de Cuyo.

Cada uno aportó sus saberes para que la viña fuera "ejemplar", y así conocer finalmente las características particulares de este terruño.


Progreso

En la actualidad El Chinguillo cuenta con una antena satelital para que la familia Solar tenga forma de comunicarse con el exterior, y que las personas que lleguen hasta allí no queden aisladas.

En sociedad

Los invitados a la presentación en sociedad de los vinos El Chinguillo degustarán un cordero asado del lugar, empanadas y muchas otras delicatessen basadas en vegetales cultivados en el paraje iglesiano, que, por supuesto, serán acompañadas por estos vinos únicos.


El sucesor del legado

Iván fue el único de los hermanos Solar que decidió quedarse a vivir y a trabajar en El Chinguillo. El, junto a su esposa, y David, un familiar de Rodeo que ayuda en las tareas del lugar, son quienes apuestan a diario para continuar con el legado de Juan. "Si no hubiéramos decidido quedarnos, este mini pueblo hubiera muerto hace años. Este es un lugar que lo armó mi papá y mi mamá y lo continuamos con mis hermanos. Se hizo a puro trabajo, y es el motivo por el que sigo. Ahora apuntamos más al turismo por eso vamos modificando y arreglando cosas para recibir gente. A la par estamos trabajando mucho con la ganadería, criamos vacas, conejos, lechones, pollos, ovejas, seguimos cultivando vegetales. Todo en condiciones para que el turista venga y coma lo que se produce acá. No tenemos una página en internet, sino que damos mi contacto para que avisen cuando van a venir", explica Iván desde el corazón del Chinguillo.

Actualmente puede albergar entre 15 y 20 personas en una hermosa casona que luce impecable y cálida.

Este reducido grupo de personas realizan todas las tareas de campo, atienden a los eventuales turistas y cuidan cada centímetro de El Chinguillo.

Iván destaca que antiguamente se usaban las uvas de la pérgola para hacer vino casero, y ahora tener estos exponentes de alta calidad enológica implica un avance muy importante. 

"Son 300 plantas las que se pusieron en su momento y ahora pondremos 500 más para ampliar la viña. También hay una pérgola con la que antes hacíamos vinos pateros de uva chinche desde la época de mi abuela. Este vino nuevo con presentación que llevará el nombre de El Chinguillo, sin duda será otro aporte para el turismo", agrega Iván.

Otra de las aspiraciones de la familia Solar es que se reabra la pequeña escuela del lugar para que sus hijos puedan educarse ahí, sin tener que trasladarse a Malimán como lo hacen ahora. Además hay que tener en cuenta que si hay mucha nieve en la cordillera pueden quedar aislados durante meses, o sólo pueden salir a caballo.

Contacto
Iván Solar: 264 589 3186