Tan tradicionales como sus autores, las comidas elegidas por los cocineros de siempre de San Juan, invitan a ser acompañadas por la bebida que antes de ser nacional ya era bien sanjuanina: El vino.

Apenas, Kika Acosta indicó su plato favorito para estas fiestas, un pomelo relleno con otros ingredientes muy aromáticos, lo primero que se viene a la cabeza es un Sauvignon Blanc intenso. De esos que cuando se abren ya expresan sus cítricos profundos (sobre todo mucho pomelo), y hasta una ruda que a primera nariz puede provocar el rechazo de algunos, pero eso dura solo algunos segundos. Bien fresco, resulta un compañero ideal.

Para el matambre de pollo relleno, en cambio, por contener muchos productos fuertes, olvidaría el blanco para volcar la mirada a un tinto suave, de fácil paso, como por ejemplo un Merlot o un Malbec de consumo anual.

El lomo, ya pide a gritos algo con más cuerpo, como un Syrah intenso, de esos que se dan tan bien en la provincia. La cosa cambia al momento de compartir un trozo de pan dulce cubierto con almendras y en su interior cascaritas de naranja ¡qué rico!, sobre todo si es acompañado de un sabroso vino de cosecha tardía, medianamente aromático y sutil en boca.

Ideas que se pueden compartir. Pero como esto no es una ciencia matemática, el desafío está en que cada familia puede elegir según su gusto personal. La experiencia y las pruebas de unir comidas con vinos son las únicas que después dirán cual es el mejor maridaje para cada uno.