Los diques sanjuaninos son testigos de una década de derrame en el río San Juan con un promedio anual inferior al consumo.

"El agua es para San Juan como la sangre para el cuerpo humano", repetía Domingo Faustino Sarmiento y su estridencia en pleno siglo XXI alcanza gran significación: vivimos tiempos de sequía extrema. Durante la primera década de este siglo el derrame hídrico promedio anual del río fue de 2.092 hectómetros cúbicos, mientras que en la segunda fue de unos 1.163 hectómetros cúbicos, casi cercanos a los 1.200 que necesitamos anualmente para sostener nuestro mayor oasis, el Valle de Tulum. 


Para conocer el inicio de una nueva década de extrema sequía, consultamos al doctor Oscar Dölling, director del Programa de Gestión Integral de Cuencas Hidrográficas de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ.


-¿Cúal es el pronóstico de derrame realizado por su programa para el ciclo 20-21?
- La evaluación de las superficies nevadas provistas por el sensor MODIS nos permite procesar las imágenes satelitales semanales durante el año 2020. Muestra un déficit de precipitaciones nivales en el primer semestre del año y hasta mayo de 2020. Recién en junio tuvimos nevadas que superan los valores medios históricos -últimos 20 años-. Sin embargo este déficit de precipitación nival volvió a ocurrir entre julio y septiembre, siendo las ultimas nevadas de octubre escasas. Esto a simple vista intuye un año de escasez hídrica para el ciclo 20-21. El modelo de red neuronal entrenado para pronosticar los escurrimientos anuales a partir de ejemplos armados con los patrones temporales de área nevada y los valores históricos de escurrimiento entrega un pronóstico más probable de 692 hectómetros cúbicos con un mínimo esperable de 631 hectómetros cúbicos y un máximo de 753 hectómetros cúbicos para el período de escurrimiento de octubre de 2020 a septiembre de 2021.


-A su criterio, ¿cuál es el o los causales de este pronóstico?
-Nuestro pronóstico arroja caudales muy bajos, parecidos a los observados en la temporada pasada. Seguramente se observará un repunte en enero y febrero pero no superarán los 35 metros cúbicos por segundo. Debemos tener en cuenta que al no nevar, el año es hidrológicamente seco a muy seco. 


-¿Se mantiene el pronóstico de una década de sequía para nuestra región?
-Sí, hemos realizado estudios que correlacionan los caudales históricos del río San Juan con la actividad solar histórica -manchas solares- y han dado una fuerte dependencia, esto está asociado a que a menor actividad solar se produce menos evaporación en el océano Pacífico en la zona ecuatorial y por lo tanto repercute en los ríos atmosféricos que hoy día vienen cargados con mucha menos humedad y por lo tanto disminuyen las precipitaciones níveas en cordillera. 


Actualmente estamos en un mínimo solar y si bien la actividad solar obedece a ciclos de 11 años, esto significa que veremos el máximo del ciclo 25 para el año 2025, este máximo solar no será muy alto. En otras palabras, como el ciclo solar 25 que ahora comienza será de muy poca actividad, durante los próximos 11 años los escurrimientos del río San Juan también serán bajos. Nuestros estudios indican que el promedio de escurimientos en los próximos 10 años será de unos 920 hectómetros cúbicos con una dispersión de unos 500 hectómetros cúbicos. Es decir, esperamos una tendencia con ciclos de escurrimientos máximos de 1.400 hectómetros cúbicos y mínimos de 500 hectómetros cúbicos o menos.

El ingeniero Oscar Dölling elabora sus estimaciones mediante el análisis de imágenes satelitales como esta del 21 de octubre de 2015.


-¿Cuáles son sus recomendaciones en cuanto a la administración de los recursos hídricos?
-Estamos trabajando ya desde noviembre del 2019 en lo que se denomina el Comité de Crisis Hídrica, convocado por las secretarías de Ambiente y de Agua y Energía. Participan la Universidad Nacional de San Juan, la Universidad Católica de Cuyo, el INTA y el INA. Lo principal hoy es elaborar un plan estratégico de Gestión del Riesgo de Sequías. Hemos elevado un escrito al Gobernador de la provincia que prioriza ciertos puntos a tener en cuenta: entre las principales medidas estructurales y no estructurales puedo mencionar:

  • Transformar el sistema de riego a un sistema automático incorporando compuertas interpuestas en los canales principales, manejadas desde un sistema de control central destinado a disminuir el tiempo de respuesta del sistema y adaptar mejor la oferta a la demanda hídrica. Mi idea, y que he puesto sobre la mesa el viernes pasado al Comité, es que debemos modificar nuestro sistema de distribución tal como lo hizo Australia hace unos 10 años, esto nos permitiría no sólo ahorrar un 25% del agua sino atender la demanda agrícola de una forma más eficiente, rápida y flexible. Actualmente existen regantes que por tener mala suerte poseen sus tomas al final del ramo y por ello sufren demoras en la entrega, turnos cortos y poca agua con coeficientes menores con relación a otros sectores u otros ramos. El sistema australiano es equitativo, eficiente y flexible, eso nos permite adaptarnos mejor y ser resilentes en esta situación de escasez hídrica. Es decir, sólo debemos hacer la distribución de forma más inteligente y controlada incorporando compuertas, sensores y sistemas de control automáticos.
  • Impermeabilizar canales secundarios y terciarios, incorporar también tecnología de mangas, canales o tuberías de riego dentro de las fincas. Esto requerirá de aportes tanto de los usuarios como del gobierno incluyendo subsidios, préstamos blandos y proyectos de innovación, en esto podemos ayudar mucho desde las universidades.
  • Realizar censos agrícolas con imágenes satelitales.
  • Mejorar sistemas de control de válvulas y compuertas del Dique Quebrada de Ullum y el Partidor San Emiliano (ya obsoletas con más de 40 años).
  • Monitoreo continuo de niveles de agua en embalses, canales, drenes y niveles freáticos mediante sensores electrónicos con transmisión a tiempo real.
  • Arreglar y construir nuevos pozos de bombeo sujetos a un régimen de entrega de caudales a los canales de riego con un plan de gestión destinado a controlar la sobreexplotación de los acuíferos.
  • Revisar la legislación actual en materia de manejo de oferta y demanda de agua a fin de lograr un sistema de distribución de aguas más flexible, equitativo y eficaz.
  • Incorporar en el Código de Aguas un Plan integral de gestión y control de la calidad del agua superficial y subterránea a fin de incorporar a corto plazo técnicas de reuso de agua en las actividades agrícolas e industriales y el control de la basura que hoy se arroja impunemente a los canales y drenes. 
  • Inventario de acuíferos, de lagos, de glaciares, entre otros. Nosotros en PGICH ya hemos iniciado junto con el INTA un primer mapa de calidad de agua subterránea y mapas de aptitud para uso agrícola con un proyecto PDTS 2016-2017. El PGICH hoy cuenta con un completo equipo de medición de calidad de agua portátil para medir en las mismas fincas oxígeno disuelto, sales, nitratos, pH, etc.
  • Acoplar nuestro modelo de pronóstico meteorológico WRF -Weather Research Forrecasting- que corre desde hace un año en el clúster del rectorado de la UNSJ con la base de datos de los estaciones agrometeorológicas del Ministerio de Producción. Esto nos permitirá calibrar localmente el modelo WRF.

Lógicamente estos puntos y muchos otros más son propuestas que hoy están en la mesa de diálogo sobre el agua y requieren de una participación muy amplia de todos los sectores de usuarios, los regantes, las industrias, el sector de energía, el gobierno, representantes de los vecinos que viven cerca de un curso de agua (cauce o canal) y por supuesto los científicos que aportamos la visión técnica-legal-económica y por supuesto el gobierno con su visión como administradores del recurso y autoridades de aplicación.

Esta imagen de la cuenca andina del río San Juan, tomada el pasado martes 20 de octubre, muestra la cruda realidad hídrica provincial.


-¿Cómo finalizó el escurrimiento hídrico sobre los ríos San Juan y Jáchal 19-20 respecto de los pronósticos de su Programa e Hidráulica?
Nosotros pronosticamos desde el PGICH el año pasado 691 hectómetros cúbicos como más probable y el escurrimiento real observado entre octubre de 2019 a septiembre 2020 cerro en 675 hectómetros cúbicos, esto es, tuvimos un 2% de error en escurrimiento total anual. 



-¿Cuál es su conclusión personal?
Como todas las crisis hídricas (sean por inundaciones o sequías), y esta no es la excepción, son oportunidades para crecer. Por un lado no había visto en muchos años esta participación institucional, donde hasta ahora cada uno en lo suyo éramos como curas de distintas religiones, o no, predicando en el desierto. Hoy las mismas autoridades nos convocan para que en forma abierta y participativa podamos expresarnos y consensuar propuestas comunes, a veces complementarias y a veces hasta contradictorias, otras superabundantes. Pero lo importante es que nos permiten ver esas complementariedades y esas contradicciones y avanzar hacia una política de estado sobre agua mucho más inteligente. Espero que este escenario histórico sea aprovechado como corresponde, en especial por los usuarios del agua, quienes deben de participar de estas reuniones también para expresar sus problemas y sus déficits. 


La sociedad sanjuanina es resiliente, creo que no tendremos problemas en salir de esta y las futuras crisis, el agua es escasa pero las ideas no. Sólo falta una actitud proactiva del gobierno y de los usuarios en poner el hombro para hacer realidad la transformación de nuestro sistema hídrico en un sistema eficiente, equitativo, limpio y confiable. Espero con confianza en Dios que San Juan estará a la altura.



LOS NÚMEROS DEL PRONÓSTICO

  • 631 son los hectómetros cúbicos del escurrimiento mínimo probable estimado para este ciclo en el río San Juan.
  •  692 hectómetros cúbicos es el más probable de los escurrimientos hídricos según estimaciones del ing. Dölling.
  • 753 hectómetros cúbicos es el mayor derrame estimado según las estimaciones conforme a las imágenes satelitales.