Homenaje. La tumba de Novillo en Bahia Blanca es muy simbólica, está inspirada en la dureza de la roca y tiene incrustaciones de piedra férrica en los extremos.

Durante sus días en Bahía Blanca dicen que siempre llevaba en sus manos un pedazo de hierro patagónico, sinónimo de progreso e independencia, así decía. Estas eran las palabras de Manuel Reynero Novillo, el descubridor del Sierra Grande en Río Negro, el mítico yacimiento ferrífero patagónico considerado por muchos la mayor en su tipo en Sudamérica.

Manuel Novillo era oriundo de Villa Mercedes, San Luis, provincia en donde junto a un tío comenzó a incursionar en la búsqueda de pepitas de oro en los ríos de la zona.

Un apasionado. Dicen que Novillo había alcanzado, a fuerza de práctica, una gran habilidad con las rocas con quienes se familiarizara desde muy joven en los cerros puntanos.

El hobbie se transformaría luego en una motivación que lo llevaría a tierras patagónicas, cuando en 1920 se trasladó a Colonia Sarmiento en Chubut. En su nuevo destino Novillo, a la sazón de 25 años de edad, se dedicó al comercio instalando un típico negocio de ramos generales y según se afirma, por aquella época fundó un periódico, trabajando al mismo tiempo como corresponsal honorario de un importante matutino de Buenos Aires.

Ese paréntesis circunstancial no le hizo abandonar su pasión de recorrer cerros y llanos, tratando de descifrar los misterios que la tierra esconde en sus entrañas y reserva para sus elegidos.

Es así que en 1936 su profunda vocación minera le hace olvidar su próspera actividad mercantil y, alejándose de su esposa e hijos, comenzó a recorrer durante largas temporadas con febril dedicación las mesetas patagónicas.

Allí puso a prueba su voluntad transitando de acaballo y a pie extensos pedregales, haciendo noche en los cañadones, sin más compañía que los arbustos achaparrados y la monótona sinfonía del viento. Exploraciones y cateos dibujaron sus días y consumieron sus horas.

Nada detuvo su espíritu indomable y en la década de los cuarenta buscó otros escenarios como la extensión de la colonia pastoril Chilavert en Rio Negro. Allí en 1944 descubre el mineral de hierro en Sierra Grande, que luego diera lugar al importante desarrollo siderúrgico del país. Inició allí también su pulular burocrático para la obtención de crédito, el que obtuvo en forma módica en 1948 para el inicio del yacimiento de hierro al que llamó “El Triunfo”.

Una biografía de Novillo publicada en 1985 en el diario “La Nueva Provincia” diría: “El problema del crédito empieza a agravarse para el pertinaz visionario. Las condiciones que ha debido aceptar son leoninas, se queda sin un real, agotándolo todo en trabajos de exploración. Don Manuel, que felizmente no posee fibra de especulador, debe ceder a la voracidad del banco el 95 por ciento de los derechos y acciones del mineral de Sierra Grande, transferido en 1954 por el presidente Juan Domingo Perón a la Dirección de Fabricaciones Militares”.

Es así que en ese año decide trasladarse a Bahía Blanca, donde fallece un año después y sin llegar a conocer Sierra Grande.

El yacimiento que él descubrió comenzó a explotarse en 1978, bajo el nombre de HIPASAM (empresa mixta). Carlos Menem lo cerró en 1992 y Néstor Kirchner lo concesionó en 2004 a una empresa de capitales chinos.

Actualmente la abrupta caída del precio de hierro golpeó a la actividad minera y sólo hay tareas de mantenimiento para que la mina no se inunde, se garantice la ventilación y tenga al menos las galerías en condiciones a la espera de la reactivación productiva.