Con 27 años, Matías Días es un experimentado luthier de instrumentos aerófonos y membranófonos del departamento Valle Fértil. Utiliza arcilla y diferentes tipos de cueros para dar vida a instrumentos musicales siguiendo una ancestral tradición Huarpe y Diaguita. “La música es el mejor de todos los instrumentos para transmitir tradiciones, en todos los sentidos. Utilicé parte del subsidio para comprar un horno de cerámica eléctrico y un torno alfarero. Anteriormente realizaba la cocción de los instrumentos con la tradicional técnica del pozo en la tierra y el horneado mediante leña y abono durante 24 horas. Ahora con el horno que traje de Córdoba puedo manejar la temperatura a voluntad, eso me permite ahorra tiempo y trabajo, ya que no se me rompen las piezas, se curan bien y no queda ningún tipo de humedad en el interior. A su vez, puedo aumentar considerablemente la producción”, explicó el luthier. 


El joven músico vallista también realiza talleres para que los niños de su departamento puedan incorporar las ancestrales costumbres musicales. “Lo más gratificante de todo es cuando vez un grupo de chicos de la Majada que ya empiezan  fabricar sus propios tamborcitos, sonajas, ocarinas, flautas, quenas y maracas. Luego tenemos reuniones de ensamble para que aprendan a tocarlos. Ese tipo de conexión y transmisión de conocimientos no tiene precio”. Técnicamente el nuevo horno permite elevar la temperatura a 1.200-1.300 grados, y eso permite esmaltar y cristalizar los instrumentos mediante una mezcla de óxidos que se le adiciona. “Antes, mediante el horneado en el suelo me resultaba muy difícil llegar a los 800 grados de manera uniforme y tenía que buscar mucha leña y abono. Ahora puedo ir subiendo la temperatura de a poco, de manera pareja. Luego el gruñido (pulido de la pieza) lo hago con huesos y piedras, lo que le brinda al instrumento un hermoso color cuero”. El próximo paso del músico vallista será diseñar un set de instrumentos de percusión y un set de instrumentos areófonos de autor, para participar en ferias nacionales y regionales. “Mis productos están la venta en muchos lugares del departamento, los precios varían según la dedicación que tiene cada una de las obras. Un pukuy chico (especie de silbato) de medio kilo está en 100 pesos. Mientras que un tambor de arcilla más el cuerpo de cerámica y el parche de cuero de chivo está alrededor de los 2.300 pesos”, concluyó.

Inspirado. El joven luthier trabaja en su taller diariamente para aumentar la productividad y así poder probar las propiedades del nuevo horno adquirido.