“Hay más de un camino hacia el romance, pero la ciencia de las relaciones no refleja esta realidad”, expresa el resumen de la publicación de la revista Social Psychological and Personality Science. Si bien el origen de las relaciones sexo-afectivas a lo largo del mundo puede ser amplia y variada, este estudio establece que dos tercios de los integrantes que participaron del mismo manifestaron el inicio de la relación como amigos para luego pasar al vínculo romántico como método preferido o el más utilizado.

La muestra incluía casi 1900 personas, entre jóvenes estudiantes universitarios de psicología y adultos voluntarios de Canadá y Estados Unidos, de los cuales, el 68% informó que su relación romántica actual, o la más reciente, había comenzado con una amistad. “Si bien iniciar con amistad primero es muy frecuente en general, puede ser incluso más frecuente entre los adultos emergentes y las personas LGBTQ +”, expresa el estudio.

Pero, ¿por qué llama la atención este dato? En primer lugar porque el inicio de las relaciones suele ser en ámbitos privados como círculos de amistades, trabajo, entre otros lugares a veces inaccesibles para investigadores; pero también porque por lo menos la cultura occidental está acostumbrada en base a películas, literatura, ficción televisiva, entre otras, a que el romance comience entre dos desconocidos y un “chispazo”, un momento o evento que los lleva a seguir conociéndose en escenarios tan típicos como tradicionales, como un café, un bar, el cine o teatro, para ir desarrollando el vínculo, donde la finalidad del encuentro está implícita, el inicio de una relación sexo-afectiva.

Los científicos de las relaciones han comprendido desde hace tiempo que existen al menos dos tipos intimidad: la basada en la amistad que brinda una experiencia cognitiva y emocional que se comprende en la independencia psicológica, la calidez y la comprensión, relacionada con el amor de compañía que nutre los lazos íntimos a largo plazo. Por otro lado, esta la intimidad basada en la pasión, una experiencia principalmente emocional que comprende el romance y la excitación positiva, relacionada con el amor apasionado que tipifica las relaciones novedosas y a menudo, sexuales.

En base a esto, dos personas pueden establecer una amistad, desarrollar una intimidad emocional y con el paso del tiempo experimentar (o no) el deseo sexual. Al fin y al cabo, como expresa el estudio, “la intimidad basada en la amistad también es la base de los lazos románticos duraderos”.

Aun así, para los investigadores, este trabajo debería impulsar a las personas a repensar las nociones de amor y amistad, ya que a menudo pensamos que son relaciones que se forman de manera diferente y que, por lo tanto, satisfacen necesidades diferentes y muchas veces en la práctica no es así. “Nuestra investigación nos obliga a repensar nuestras suposiciones sobre lo que constituye una buena amistad, pero también lo que constituye una buena relación romántica”, dice Stinson, uno de los autores del estudio.

¿Será que las líneas que dividen la amistad del romance son más borrosas de lo que pensamos?