La utilización de nuevos sistemas de conducción como cordón libre, seto y poda mínima y la mecanización de las labores culturales es la forma más eficiente, productiva y aconsejada para la vitivinicultura nacional.

En los últimos años la vitivinicultura ha atravesado una crisis estructural asociada a un conjunto de factores que exigen revisión de manera integral de la actividad. No obstante, cualquier análisis de rentabilidad exige comprender los puntos vulnerables de los ingresos y costos que tiene la actividad.


Según un trabajo de Jimena Andrieu, investigadora de INTA, se observa que, en un contexto donde el productor primario no es formador de precio, se busca alcanzar la máxima productividad con una minimización de los costos. Por ello, se trae aquí dos temas recurrentes en materia de costos referidos a los costos laborales y a la carga fiscal. Esto se hace a partir de evaluar en primera instancia el impacto en la rentabilidad que implicaría un cambio en el sistema de conducción. Es decir, se evalúa para una finca testigo de 24 hectáreas de vid localizada en San Juan los cambios en los costos de pasar de un sistema de parral a uno de poda en seto.


Según los últimos datos del censo nacional agropecuario el 78% de las explotaciones sanjuaninas tiene efectivamente 25 hectáreas o menos, con más del 60% de su superficie implantada con vid, siendo este valor de hasta el 95% en los principales departamentos vitícolas. Los varietales más frecuentes son Bonarda y Syrah en tintas, Pedro Gimenez en blancas y Cereza en rosadas. A su vez, un 87% se encuentra conducido bajo el sistema de parral teniendo mayoritariamente viñedos con una edad promedio de más de 25 años, regadas con sistemas gravitacionales (a manto). Dado que todas estas características se repiten al interior de la finca testigo, consideramos que muchos productores (aunque no todos claro) podrán sentirse identificados con el ejercicio aquí presentado.


El 14 de octubre pasado en un artículo de este suplemento se presentaron nuevos sistemas de conducción de vid que permiten la mecanización integral manteniendo altos niveles de productividad.


En esta oportunidad, identificamos en uno de esos sistemas, poda en seto, una mejora significativa en dos indicadores de rentabilidad (Margen Neto y -ROE- Rendimiento de los fondos propios invertidos en el proyecto medido como una relación entre el Beneficio Neto después de Impuestos respecto de los Capitales Propios) asociados directamente a los menores requerimientos de jornales por hectárea con respecto al parral.


Introducimos en el análisis un escenario donde los parrales se encuentren produciendo a niveles teóricos ya que uno de los problemas que identificamos para la finca testigo se halla vinculado al mal estado de los cultivos con bajos rendimientos menores a 16.000 kg/ha.


Mediante el gráfico en página 5 queda demostrado que cambios en la forma de producir que se orienten hacia modelos de producción que permitan la mecanización integral sin pérdidas significativas en la productividad generan una importante disminución en los costos de producción, una mayor eficiencia y en consecuencia, una mejora sustancial en la rentabilidad y retornos sobre la inversión. A su vez, se aclara que, para el modelo teórico conducido bajo el sistema de parral cuyano, si bien el margen neto arroja un valor positivo, a nivel financiero el ROE no presenta un resultado aceptable en materia de inversión.



Costo laboral... ¡noticias de ayer!


Las cargas laborales resultan un tema de discusión recurrente en sistemas de producción intensivos en el empleo de trabajo manual (llegando a significar el 70% de los costos operativos de producción por hectárea de vid). Para analizar el problema se evaluó el cambio en las cargas laborales de la firma estudiada dentro del sector vitivinícola a partir de la transformación productiva propuesta. 


Se demuestra que mientras que el costo laboral total (jornales, más cargas sociales) en la situación actual de la finca (parral con cosecha manual) es del 67%, (42% en gastos en jornales y 25% en cargas sociales) si se reconvierte al sistema de poda en seto el porcentaje se reduce al 13%, medido sobre las ventas (9% en gastos de jornales y 4% en cargas sociales). De este modo se revela la efectividad de la transformación para minimizar uno de los principales costos operativos, con una reducción del 80% en los costos laborales. 


El sistema de parral en muchas fincas locales ya es deficiente en productividad, y se encuentra en su mayoría envejecido.


Carga fiscal, ¿qué ves cuando me ves?



A su vez, es frecuente referenciar a la carga tributaria como uno de los causantes de la falta de rentabilidad de los productores. Se analizó en detalle la composición de los costos y en particular los impuestos que recaen sobre la actividad. A tal fin, se dividió la carga fiscal según el origen de los tributos. El resultado para la finca sobre la que se hizo el estudio de caso tiene una incidencia impositiva total del 16,4% sobre los ingresos por ventas distribuida de la siguiente manera: 


Incidencia impositiva sobre ventas en los siguientes escenarios de producción:


Provincial y Municipal: 2,3%; IVA    9,5%; Impuestos a los Débitos y Créditos 1,2%;


Impuestos a las Ganancias 3,4%. Total carga impositiva 16,4%.


Para el caso testigo, no se tributa por Ingresos Brutos, dado que la Provincia contempla esta exención. Para el caso testigo, dado que la empresa no da utilidad se contabiliza el impuesto a la Ganancia Mínima Presunta.



Más allá de las implicancias y consideraciones que puedan hacerse a partir de otras comparaciones, importa pensar que cuando trabajamos bajo esquemas no rentables, el análisis presentado, no nos habilita a suponer que es la presión fiscal el problema estructural de la falta de rentabilidad. No obstante, se insiste en señalar que para comprender la baja incidencia fiscal es determinante la falta de rentabilidad del sector.


Esta falta de rentabilidad se explica en gran parte por sistemas de producción mano de obra intensivos, cuyos costos vienen creciendo a un ritmo más elevado que el valor de venta de los productos, reduciendo sistemáticamente los márgenes de rentabilidad. Este círculo vicioso impacta en el estado de los cultivos derivando también en bajos rindes por hectárea; lo cual termina limitando los ingresos de los productores en un contexto donde el productor primario no es formador de precios.


Mediante el análisis presentado identificamos los límites que pudieran tener las reformas tributarias y laborales para contribuir por sí solas, a superar la crisis estructural del sector primario vitivinícola. En este sentido, las transformaciones en las formas de producción revelan resultados más determinantes.


En los próximos artículos se presentarán propuestas de innovaciones organizaciones que pretenden solucionar algunos de los factores estructurales que impiden o limitan la rentabilidad del sector.