¿Quién no conoce Barreal en San Juan? Es el lugar perfecto para enamorarse. No sólo afectivo sino también a lo natural. Nuestra provincia posee la famosa calle de los Enamorados y es precisamente allí, en Barreal, donde muchos se encontraron y amaron. Un lugar paradisíaco donde nada queda imperceptible ante los ojos. Así les sucedió a estos tres hombres que por diferentes motivos de vida, experimentaron sentimientos de amor hacia ese lugar. Opiniones con elevados sentimientos para celebrar ese día y no dejar de conocer ese maravilloso lugar.

Fiesta de los Enamorados. Barreal, Calingasta

Pequeña-gran historia de dos impulsos que brotaron entre los siglos XX y XXI

Por Robert Garcés. Intendente municipal de Calingasta

Basta pasar unas horas en Calingasta para encontrar el lugar soñado por todo mortal. Ese marco propicio para vivir, pasar unos días o alguna temporada de descanso, hasta enamorarse del paisaje y de su clima como algo natural. Tan natural, que este departamento mora a 260 km de la capital de la provincia de San Juan, entre la cordillera frontal y la precordillera, especialmente sobre el eterno regazo de tres ciudades con encantos diferentes: Calingasta, Tamberías y Barreal. Junto a la agricultura, la ganadería, el turismo y la minería de todo el departamento, en una de ellas, Barreal, se dibuja, desde siempre, el corazón más grande de Argentina. Y a su vera, la "Fiesta de los Enamorados" cobra vida cada mes de febrero con motivo de la celebración de "San Valentín", patrono de los enamorados, de la mano de antiguas leyendas locales, como la del cacique Huazihul, protagonista de un amor prohibido con la española Pilar de Ulloa, que terminó cuando ambos se arrojaron desde las alturas cordilleranas para escapar de la persecución de los soldados españoles. Muy pronto se descubre que aquí se hace poesía sin buscarla, fundamento esencial y pretexto indiscutible para una fiesta de estas características. Me congratula reconocer que un poeta de la jerarquía provincial y nacional de Jorge Leónidas Escudero, "Chiquito", calingastino por adopción, haya pensado que el más romántico sendero estaba aquí, y comprobar, luego de más de medio siglo, que generación tras generación le han dado la razón, popularizando definitivamente el apelativo. Luego vino la idea de proyectar la Calle de los Enamorados al resto de la provincia y del país, para celebrar, como en los lugares más admirados del Viejo Mundo, una fiesta popular de la mano de Cupido cada mes de febrero. En ese sentido, este proyecto de Luis Eduardo Meglioli fue un acierto porque la creación de la Fiesta de los Enamorados en la Calle de los Enamorados de Barreal, ratifica a Calingasta como la morada del afecto, de la ternura, de la pasión y de la adoración, todos sinónimos de amor por antonomasia. Y de fondo, esa romántica historia local de Huazihul que poco tiene que envidiar al Romeo y Julieta de Shakespeare. A usted que tiene 20, 50, 80 años o más, Barreal lo estará esperando todo el año, pero en febrero de manera especial. A Ud. que está convencido de que la vida bien vale un respiro, Natura nos toma de la mano aquí y nos empuja a reencontrarnos con nosotros mismos. Mientras, el romance con lo que más queremos puede nacer mil veces, porque el dios del amor nos guiñará el ojo entre los sauzales que tanto inspiraron a los poetas. Quiero, y es un objetivo de mi gestión, que esta fiesta sea provincial y nacional, y que en poco tiempo el país hable de ella, y los argentinos descubran que hay un paraíso al pie de los Andes donde el 14 de febrero, día de San Valentín, el cielo abre sus brazos como nunca en Calingasta cerca del Olimpo de todos los tiempos.

Fui por minerales y traje poemas. Desde la calle de los enamorados.

Por Jorge Leonidas Escudero

Se dijo entre los amigos que en Barreal yo le puse nombre a una calle: La Calle de los Enamorados. De eso ha pasado mucho tiempo, tanto que entonces era un joven andariego y hoy soy un viejo encovachado en la ciudad capital de San Juan. Ahora son los recuerdos. Eran los años inmediatos después del terremoto de 1944 y con mi familia veraneábamos en Barreal, departamento Calingasta donde me interesé mucho por la minería. Nos reuníamos varios amigos en la casa de don Lisandro Lozada y su esposa Amira Díaz porque éramos amigos de sus hijos. En los veranos participábamos allí de inolvidables encuentros. Nos veíamos en la esquina de la ya nombrada calle de Los Enamorados y de una que iba hacia el este y se perdía en los cerros. El caso es que la "de los enamorados" rumbeaba hacia el norte bordeada por hermosos sauces y era muy poco transitada, se prestaba para que la imaginación la relacionara románticamente con enamorados. Tal pensamiento era avalado por la realidad cuando veíamos a alguna joven pareja conocida alejándose lentamente bajo el sauzal. Aquello me inspiró el nombre, en los primeros años de la década del "50. Yo diría 1954. En 1958 fui invitado por mi amigo el Dr. Ricardo Ferrari que era administrador de la estancia El Leoncito (donde ahora está el Observatorio Astronómico) para buscar minerales. Recorrí aquellos campos y pasado un tiempo quedé en Calingasta dedicándome a la actividad pirquinera en sociedad con amigos tales como los hermanos Rojo, de Sorocayense, y también otros de Tamberías. Pero siempre retornaba a Barreal y a la hoy famosa calle "Fui por minerales a los cerros y traje poemas, los cuales figuran en mis ya numerosos libros publicados". En el 2003 me enteré que Meglioli, otro amigo mío y de la Cultura de San Juan, propuso hacer una fiesta en honor de esta calle, según lo hacían cada 14 de febrero en Europa, y que buscó un escultor para crear una imagen de Cupido en el lugar. Me pareció una buena idea y espero que la celebren todos los años.

Origen de la celebración

Propuse la fiesta porque Barreal me recordó la Verona de Romeo y Julieta

Por Luis Eduardo Meglioli

A finales del 2002 visité Calingasta como subsecretario de Cultura y Turismo de la provincia, para inaugurar un mes de "Calingasta, Capital Cultural", dentro de un programa que creamos entonces para posibilitar que todos los departamentos sanjuaninos fueran "Capital Cultural de la Provincia" por un mes, con un amplio programa de actividades, la mayor parte traídas desde la Capital. Al caminar una vez más por la "Calle de los enamorados" me impactó no sólo su belleza natural inigualable, sino el aire de romanticismo que multiplicaba el entorno, de casas antiguas, montañas cercanas, prolongadas alamedas y sauzales, y los amplios espacios destinados al agro y la ganadería. Por la noche en mi cabeza barruntaba una idea, a la luz de la Fiesta de San Valentín que viví en Roma primero y Verona después, durante el mes de febrero, cuando estudiaba en Italia "Medios audiovisuales aplicados al Periodismo" (año académico romano 1982-1983), gracias a una beca de la Fundación Rotaria Internacional que gané en 1980. Recordaba que, bajo un invierno muy duro, hombres y mujeres de todas las edades, la mayoría anónimos vecinos, vestían las mejores galas antiguas para honrar a San Valentín, patrono de los enamorados, y vivir una fiesta ancestral, donde Romeo y Julieta, de la mano de Shakespeare, brillaban de nuevo como en las mejores versiones de ese clásico de la Literatura Universal. Y, paralelamente, también venía a mi mente otra visita, dos décadas antes, el 5 de septiembre de 1980, cuando me tocó transmitir como periodista de Radio Colón desde Calingasta (Tamberías, Calingasta, Barreal y al final la "Calle de los Enamorados") una jornada simultánea de emisión radial desde distintos lugares de la provincia, denominada "Los 50 micrófonos", con motivo de las Bodas de Oro de la prestigiosa emisora. Un día después de todos estos recuerdos, en aquel 2002, le informé al entonces intendente José Ibaceta que había pensado crear una fiesta en Barreal cada 14 de febrero, Día de los Enamorados, que se centrara en la ya mítica calle, para lo cual le pedía autorización. Así comenzó a prepararse la organización, entre la Subsecretaría de Cultura y la Municipalidad de Calingasta. A poco de regresar a San Juan, pensé que había que incorporarle algún símbolo que reforzara la idea de una fiesta definitiva, y llamé al escultor Rubén Vidal para pedirle que creara una figura de Cupido, dios del Amor en la mitología romana (también conocido como Eros en la mitología griega) según una imagen que le envié, entre tantas que existen. Vidal aceptó gustoso, aunque todavía no sabíamos cuando íbamos a poder pagarle el costo de la obra, ya que en aquellos años el presupuesto anual para Turismo y Cultura era de 90 mil pesos, 45 mil para cada área. Tuvo la generosidad de los artistas auténticos y aceleró su trabajo para llegar al 13, un día antes del Día de los Enamorados, así los empleados municipales podían instalar convenientemente el monumento. Creo que le terminamos de pagar como un mes después. Llegue al maestro Vidal mi mayor agradecimiento. Para la primera Fiesta invitamos desde San Juan a Claudia Pirán, Dúo Mixtura y Alas y Raíces, con la también brillante conducción de Jorge Pascual Recabarren. Desde entonces no paró de realizarse y ahora el intendente de Calingasta, Robert Garcés, ha puesto todo su interés en ella. Realizó varias consultas en Buenos Aires para declararla Fiesta Nacional, dado que no existiría una celebración similar en el resto del país. El entusiasmo de Garcés es enorme y ya trabaja en ese camino con su secretaría de Gobierno, de donde depende Cultura Municipal. Seguramente todos los calingastinos lo apoyarán también en esta idea, porque podemos estar a las puertas de una impensada, hasta hoy, fiesta nacional que cada 14 de febrero, como un peregrinaje de enamorados, convoque a turistas del resto de San Juan y del país, quienes gozarán de Calingasta y Barreal, y sobre todo que dará muchas satisfacciones al departamento y a San Juan todo. En lo personal, deseo dedicar este pequeño aporte a mi abuelo Flaminio Meglioli, que descansa en el cementerio de Tamberías, a donde quiso ir a vivir su sueño eterno.