Fuera y dentro de la cancha tienen una relación de mucha fuerza, de mucha emoción. Se nota apenas se los escucha -por separado-, hablar del otro. Destilan pasión por lo que hacen, respeto mutuo, agradecimiento y reconocimiento infinito. No es para menos, son dos grandes. Fabián Armoa es el técnico campeón de UPCN de San Juan y el que más títulos le dio al vóley argentino, y su hijo Manuel Armoa Morel, lleva dos títulos con su padre, aunque uno de ellos más emotivo que el otro. Es que el obtenido en temporada pandémica fue en la cancha de Ferro, el club por donde pasaron Carla Morel, su mamá, y Rosario Siffredi, su abuela y figura del seleccionado en la década del 60, quien al momento del campeonato hacía unos meses que había fallecido por covid.


Dos campeones y una vida que transcurre entre las exigencias del deporte de elite y la cotidianeidad.


Fabián recién comenzó a dirigir a Manu cuando ingresó al equipo de primera división como jugador profesional entre los 15 y 16 años. Asegura que "todo fue muy sencillo porque él conocía el tema, siempre estuvo ahí de una u otra manera. Era muy lindo verlo dentro de la cancha jugando, progresó mucho, se convirtió en titular y las exigencias también cambiaron porque las cosas que antes hacían sus compañeros ahora las tenía que hacer él. Claro que él llevaba muchos años en la institución, sabía cómo era el equipo, como debía comportarse".


El deporte bien vivido siempre es apasionado, aunque no todo es felicidad ya que los entrenamientos son duros, los hábitos del jugador deben ser estrictos, en definitiva las exigencias son muchas. Y con esa naturalidad lo viven los Armoa, campeones por naturaleza que se la pasan hablando de vóley porque lo llevan en el ADN. Eso sí, no saben mucho de discusiones porque prevalece el respeto por el otro. "Muy pocas veces hemos discutido, y yo intento que cuando termina el entrenamiento se acabe todo, pero por supuesto que al vivir juntos llegamos a casa y como su mamá también ha sido una jugadora internacional nunca se corta el tema".


VIDA DE CAMPEONES

Entrenamientos juntos, almuerzos familiares juntos, como no puede ser de otra manera porque comparten amores, aunque Fabián sabe separar las cosas como nadie, salvo momentos especiales. Eso sucedió cuando Manu jugó y ganó -junto al equipo-, la temporada pandémica. "Fue muy lindo cuando jugó como titular en la cancha de Ferro donde su abuela había jugado toda la vida porque también fue jugadora de la selección y hacía muy poco tiempo que había fallecido de covid. La verdad que ir a jugar a esa cancha con todo el recuerdo de su abuela fue realmente muy emocionante, un momento muy especial porque jugar ahí con todo lo que significaba fue realmente muy emocionante", dice Fabián.


¿Cómo es la relación entre este papá técnico y su hijo jugador de vóley? La respuesta de Fabián no puede ser más contundente: "yo hago trabajos manuales y arreglos en mi casa, y muchas veces no sé bien cómo hacerlo, pero como es mi casa ¿quién lo va a hacer mejor que yo? ¿Quién le va a poner más ganas, más amor que yo? Seguramente nadie más porque nadie ama más mi casa que yo. Por eso digo ¿quién se va a ocupar más de mi hijo que yo? Eso está muy bien pero también hay que separarse para que él pueda seguir su camino, vienen otros entrenadores qué trabajan de otra manera y es como debe ser. Además son muchas cosas las que vamos viviendo juntos y a la vez también intento tener el mismo trato con todos los jugadores. Por ahí nos tomamos un café en algún lado, un ratito para charlar pero casi como lo haría con cualquier jugador".


El peso de ser señalados por tener a su propio hijo en un equipo de primera pasa desapercibido porque los logros de ambos destierran estas apreciaciones. "Por suerte juega muy bien, el equipo gana y eso suma pero también me imagino que él debe recibir las cosas que a los jugadores no les gusta de mí, y no puede decir, ni hacer nada. La gente no puede señalar que está acomodado porque las pruebas son contundentes. Ahora es al revés, el que está acomodando es el padre, las cosas se dieron vuelta", dice, Fabián entre risas.


Los Armoa Morel llegaron a San Juan en agosto de 2008 y lejos de querer volver a su tierra natal, ambos aseguran que esta provincia es su casa. "Nosotros vinimos por trabajo y ahora estamos por elección y aunque vayamos a otro lado vamos a vivir acá. Nos gusta el lugar, la familia, todo".

  • "Fabián es mi papá"

Al momento de esta entrevista, Manu Armoa Morel (19), estaba en Canadá jugando la Liga Mundial con la Selección mayor -donde hay varios sanjuaninos. Desde allí habló de su papá sin ocultar la emoción que eso le provoca. Un amor que trasciende la sangre porque está claro que son los vínculos los que unen a las personas en afectos eternos.

-¿Cómo es la relación papá-hijo versus técnico-jugador?
Creo que con el paso del tiempo se va haciendo más normal, más sencillo. Obviamente que desde un primer momento soy uno más en la cancha, aunque afuera es inevitable continuar con algunos temas, pero eso va mejorando. Claro que en mi casa se habla de vóley todo el día y eso no significa que esté mal o esté bien, es lo que sucede en casa. Eso sí, tratamos de no mezclar las cosas y él es igual de exigente conmigo que con todos.

- Fuera de la cancha ¿son muy compañeros?
Sí, sí claro porque, además, vivimos juntos, hacemos todo juntos, me lleva, me trae, es un compañero familiar y un compañero de trabajo. Así es que es más que un amigo, de hecho muchas veces me preguntan por mi papá biológico y yo digo que estuvo apenas nací y ahí -al toque-, no quiso saber más nada. Es un desastre como ser humano, como padre, como se le puede llamar a las peores personas, y no solo por los hijos que tiene dando vueltas por el mundo que tampoco se hizo cargo, sino por sus padres, por su hermano de Cuba que nunca más volvió a visitar. ¿Qué puedo llegar a esperar de una persona que ni siquiera tiene relación con su familia?. Tuve la suerte que esté Fabián en mi vida, el me crió, me puso su apellido. Fabián es mi papá. Entonces a él y a mi mamá les agradezco lo que llegue a ser como persona y como deportista y lo que quiero seguir siendo. Ni en pedo - y lo digo bien en argentino-, lo hubiera logrado sin ellos.

- ¿Cómo definís a tu papá como técnico?
No creo que haga falta que lo defina yo porque con todo lo que él ha hecho y los títulos que tiene encima lo dicen todo. Es el mayor ganador de la historia del vóley argentino, sudamericano, internacional, así es que con sólo decir su nombre se define solo.

- ¿Qué emociones te generó ser campeón de la mano de Fabián?
Ya llevamos dos ligas en las que salimos campeones juntos. Una la que terminamos saliendo campeón en San Juan y la otra con la misma final contra Ciudad pero la ganamos en Buenos Aires. Es un sueño cumplido salir campeón de la mano de mi papá y mi entrenador ¿qué más se puede pedir? Feliz, feliz de haberlo logrado y ahora vamos en busca de otras cosas si todo sale bien.

- ¿Te queda algún sueño por cumplir con tu papá como entrenador?
Creo que ya tenemos los sueños cumplidos, aunque siempre vamos en busca de más. El objetivo es seguir ganando todo lo que se pueda con el club, todo lo que nos toca estar juntos en el mismo equipo, en el mismo lugar o donde sea, aunque esperando que siempre sea en UPCN porque San Juan para nosotros es nuestra vida. ¡Ahh! puede ser que un sueño sea ganar una copa internacional, iremos en busca de eso.