Así como hay personas adultas que pudieron resolver la cuarentena online, se convirtieron en fundamentalistas del home office y usan remeras con la frase "working in pantuflas", en el mundo de los adolescentes -que ya estaban habituados a la vida virtual-, puede que pase lo mismo.

El aislamiento impuesto por la pandemia de coronavirus profundizó el "síntoma" de la conexión 24 horas.

¿Será sencilla la transición de dejar las clases online y la comunicación entre adolescentes que hoy se da exclusivamente desde la computadora y el celular y pasar a la 'nueva normalidad' en la que el tiempo en Internet sea más limitado? ¿El uso "liberado" de los dispositivos también necesitará una "desescalada" en fases?

Felicitas Martínez Boero cumple 12 años en septiembre, cursa 6º D en el St. Brendan’s College, lleva más de 120 días de cuarentena en su casa de Belgrano R y, como muchos a su edad, no está "desesperada" por salir.

"Lo mejor de las clases online es que no tenemos pruebas, no nos tenemos que levantar tan temprano como antes, ni usar el uniforme. Puedo hablar con mis amigos todo el día y me di cuenta de las personas que de verdad me hablan y las que no. Lo malo es que antes no teníamos ni tarea ni tantos trabajos como ahora, no puedo ir al club y no puedo abrazar a mis amigos por una pantalla", cuenta .

Desde Villa Luzuriaga, en Provincia, Agustín, que cursa 7º año en la Escuela Secundaria Técnica Nº 8 Jorge Newbery, piensa igual.

"Las clases virtuales son más fáciles, más prácticas de resolver. Tenemos más control de nuestro tiempo libre que estando en la escuela. Pero también aumentó el caudal de los ejercicios que mandan los profesores. Supongo que lo hacen por la falta de 'roce' (NdR: en el sentido del contacto) con el aula. No se dan cuenta mucho de quién anda por dónde", detalla.

La ONG de tecnología Chicos.net está realizando una investigación precisamente sobre este tema. Los resultados recién se conocerán en dos semanas. Pero ya hay aproximaciones.

"Lo que estamos viendo, tanto con expertos que están en contacto con adolescentes como con los adolescentes mismos, es que, en realidad, los adolescentes están con deseo de conectarse de vuelta físicamente", explica a Marcela Czarny, su directora.

¿Eso refuta la idea de que chicos y chicos no quieren salir de la cuarentena porque se sienten cómodos con "la vida en internet"? No. El "síntoma" de la conexión online 24/7 tiene sus aclaraciones.

Es que Czarny habla de dos tipos de conexión online 24/7. La de la cuarentena: constante, aislada. Y la de la pre-cuarentena: constante pero junto al mano a mano.

"La conexión online constante siempre existió, especialmente en púberes y adolescentes. Estaba en paralelo con lo físico. Pero la idea de que sea las 24 horas, los 7 días de la semana, sí se profundizó (al igual que en los adultos), porque todas las actividades están pasando en línea. Aún así, la necesidad de los adolescentes es fuerte y es también -aclara, como en un segundo lugar- el contacto físico".

Eso le pasa a Uriel Liahaff. Vive en Palermo y cursa 5º de informática en la Escuela ORT. "Fui dos días a clase en el año y la última salida recreativa que tuve fue en mi UPD (Último Primer Día de Clases). En toda la cuarentena salí a correr una sola vez y otra acompañé a mi viejo a buscar comida a tres cuadras de casa. Yo no quiero salir a dar vueltas manzana con mis papás una hora, me quiero juntar con mis amigos. Si no, estoy bien", dice a este diario.

Entonces, ¿por qué muchos, como Uriel, no quieren salir si no es por los amigos? Silvana Bono, médica psicoanalista y directora de Enredados, un equipo de cinco profesionales de la salud que desde que empezó el confinamiento realiza a diario consultas online de manera gratuita, dice que esto se debe a que "el sentimiento constante de los adolescentes durante esta etapa es no encajar con nadie ni en ninguna parte. El refugio más buscado y elegido es estar con sus pares, no importa dónde ni cuándo. Entre ellos sienten pertenencia. Se alojan emocionalmente unos a los otros". Y eso sólo pasa online.

En líneas generales, Czarny afirma que la comodidad de estar adentro con Internet se debe también a que "a los chicos les encanta no tener horarios". Ni para el uso del celular, ni la computadora, ni las consolas de videojuegos.

"La mayoría no tiene una buena contención de las escuelas y les mandan tareas que no son sincrónicas, entonces las hacen en cualquier momento. Por eso los papás están todos quejándose de que están todo el día durmiendo y a la noche despiertos. Pero están haciendo lo que pueden con este uso de Internet. Igual que nosotros", detalla.

Lourdes Leyes está en 6º año del Instituto Martín Güemes de Rafael Castillo, acaba de cumplir 17 y también habla de comodidad. "Puedo estar en mi cama, sin morirme de frío caminando a la escuela. Lo único malo de las clases virtuales es que cuando yo quiero hablar, o algún compañero quiere hablar, hablamos todos al mismo tiempo, no se entiende mucho y quedamos con dudas".

En el caso de los adolescentes con más recursos, al asistir a escuelas más preparadas, pudieron adaptarse a plataformas creadas ad hoc para la enseñanza en cuarentena. Algo que llevó a que todas -sino la mayoría- de las clases fuesen por Zoom, lo que demanda mayor tiempo de conexión simultánea entre docentes y alumnos, en lugar del simple envío de consultas por mail. Algo que predominó en los sectores menos acomodados.

Elías Pereyra tiene 16 años y está en 7º de la Escuela Secundaria Nº7 Baltazar Freire. "Me siento mas cómodo a la hora de hacer los trabajos y no con la misma presión que en la escuela por lo tanto tengo un mejor desempeño. Lo único malo es que los docentes todavía no están muy capacitados online y les cuesta a la hora de explicar por mail y que devolvamos", cuenta.

¿Cómo será la transición a la nueva normalidad del uso de Internet en los adolescentes? Para Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación, especialista en cultura juvenil y asesora de UNESCO sobre ciudadanía digital, la pregunta "es muy difícil de responder" porque "aún tenemos muchos interrogantes sobre cómo será el día después en la vida de los chicos".

Las dudas marcan pautas que el Gobierno aún no estableció. ¿Podrán volver a la escuela? ¿Será todos los días de la semana? ¿La misma cantidad de horas? ¿Podrán volver a practicar un deporte, estudiar un idioma, hacer teatro? ¿Podrán ir al cine? ¿Cuándo volverán a ir a bailar? 

Morduchowicz también adelanta algunas aproximaciones. "Hoy, todas las actividades de los chicos se desarrollan de manera virtual: su educación, aprendizajes y vida social se realizan a través de pantallas. Si la liberación de la cuarentena es muy limitada, si solo van a clase dos veces por semana, algunas horas, y si no pueden retomar sus actividades extra escolares, su vida cotidiana actual no sufrirá importantes cambios", explica.

¿Cómo sería la "desescalada"? La clave para ir hacia una menor utilización de Internet, sostiene, es que puedan ir integrando otras actividades, además de estar conectados 24/7.

"Esta es la clave también para que construyan un capital cultural sólido: la diversificación de los bienes y actividades culturales y tecnológicos que tienen a su disposición. Si la escuela vuelve a funcionar, al igual que todas las actividades que desarrollaban antes del 19 de marzo, la actividad online disminuirá. Y aquí el rol de los padres es fundamental. Para volver a construir y recuperar normas de uso familiar de pantallas. Acordar con los chicos momentos de uso y de desconexión (los almuerzos o cenas familiares, por ejemplo), la cantidad de horas diarias, lugares donde utilizar pantallas (evitar la habitación), las páginas no convenientes (discriminación, pornografía, señala), y las reglas para una comunicación segura (no contactarse con desconocidos o no subir información privada a las redes sociales). Construir estas normas es esencial para el día después. Siempre que el día después de los chicos incluya también la recuperación de su vida pre-pandemia", sostiene.

Por otra parte, Czarny hace una proyección más puntual. "Hay casos y casos. Hay adolescentes a los que le vino muy bien esta situación online permanente por distintas problemáticas, como ser extremadamente tímidos. Ahí quizás se les va a complicar la salida", sostiene.

Bono propone "no dramatizar" y creer en las propias posibilidades de los chicos, pero siempre "atentos a la prevención de situaciones límites": "Así como adolecen, cuentan con una capacidad de adaptarse y evolucionar admirable. Necesitan fundamentalmente que confiemos en ellos y estemos ahí cuando nos necesitan"

Otros de los puntos que empiezan a poner blanco sobre negro en por qué este cambio abrupto en la adolescencia también puede llevar a "no querer salir", es la tan mentada "adicción" a las pantallas.

"Creo que hay algo de eso. Las pantallas -Czarny prefiere no llamarlo adicción - generan ganas de seguir y seguir y seguir conectados. Pero cuando a los chicos y chicas se les propone otro tipo de actividades, 'dejan'. El día que se puedan desconectar y salir, van a tener el miedo que tenemos todos, van a tener la sensación de rareza por esa nueva normalidad. El síntoma no es la conexión online 24 horas. El síntoma es la pandemia. Lo difícil al salir es que van a estar entre ellos a dos metros de distancia, con barbijo", cierra.

Fuente: Clarín.-