En “El arriero, amo y señor de la montaña” del profesor Pablo Lacoste se define la figura de este personaje surgido en la época colonial como “un sujeto criollo americano, con su destacada trayectoria en el transporte y el comercio en el Cono Sur; enlazaba los mercados del Atlántico y el Pacífico, es decir Río de la Plata con Chile y el Alto Perú, a través de llanuras, montes, cordilleras, valles, quebradas y elevadas punas”.

El arriero transportaba ganado, dinero, joyas, enlazaba pueblos es decir, llevaba bienes, personas y noticias, y hasta construía “identidades regionales”. En caso de emergencia, las autoridades le confiaban también el traslado de material de guerra. 

Para San Juan y Mendoza la presencia de los arrieros fue fundamental en la producción vitivinícola, ya que protagonizaron una intensa actividad en el comercio de nuestra industria madre. 

Precursores de la cultura del gaucho

Por su parte, el escritor uruguayo Fernando Octavio Assunção confirma que los arrieros del siglo XVII fueron los “pre-gauchos” o bien, “los precursores de la cultura del gaucho que tuvo su edad de oro en el siglo XVIII”. 

Por todo ello, según Lacoste, “sólo por su protagonismo en estas actividades, merecería un lugar entre los actores relevantes, especialmente entre los jinetes del ciclo tradicional de la historia latinoamericana”. A su vez, en “Allá abajo volaban los cóndores”, de Arturo Barrera, se descubren datos sobre los viajes y costumbres de los arrieros entre San Juan y la Serena: “por lo general, un arriero adquiría el ganado en Córdoba o San Luis. De allí se dirigía hacia San Juan, continuaba a San José de Jáchal y luego preparaba el cruce de la Cordillera”. 

Los preparativos eran trabajos muy rigurosos, ya que se debía organizar con mucho cuidado porque había riesgo en la misión. Y Barrera precisa: “Hay que herrar cada novillo, preparar alimentos para el viaje, mandar punteros a reconocer y preparar los reales, herrar y amadrinar las mulas, ver el atalaje necesario con sus aparejos, cojincillos, cordeles para las reatas, lazos, caronas, cabestros, cinchas, lonjas”. Tras esta impactante descripción, el mismo autor también detalla que la alimentación “consistía en pan, tortas, charqui, vino y yerba mate”.

Por supuesto, el abrigo era fundamental. Y ahí aparecían “ponchos largos de lana, que les cubría hasta debajo de las rodillas, para hacer frente al frío de la montaña especialmente en casos de viento blanco”.

Los arrieros, con su permanente subir y bajar las montañas para llevar noticias, bienes y personas de un lado a otro de los Andes, “fueron tejiendo un fuerte lazo de unión e integración entre los pueblos”. Aclara también que la creación del Virreinato del Río de la Plata y la separación de Cuyo de la autoridad chilena, “no interrumpió el circuito, ya que este se vio intensificado por la apertura del puerto de Buenos Aires, que activó aún más el comercio regional”, lo que muchos años más adelante y hasta nuestros días denominaríamos “Corredor Bioceánico”.

“La Ruta de los Arrieros”

Por todo ello, la decisión del ministerio de Turismo, Cultura y Deportes, a través de su titular, Dr. Guido Romero, y de la secretaria de Turismo, Lic. Belén Barboza, de avanzar con este proyecto de enorme atractivo turístico denominado “La Ruta de los Arrieros”, permitirá recrear ese camino que acabamos de describir aquí con Valle Fértil como lugar emblemático y llegando a Ischigualasto, sitio arqueológico Patrimonio de la Humanidad. Además, “en el norte vallisto antes del límite con La Rioja, llegó a existir “un camino que atravesando la “Pampa de Ischigualasto, llegaba a Jáchal, continuando hasta Chile, cruzando la cordillera de los Andes” y que terminó llamándose “La Ruta de los Arrieros”, según la profesora Nilda Elizondo de Corzo, en infovallefertil.com. 

De toda esta experiencia histórica surge naturalmente esa ruta que fue clave para aquellos arrieros y que hoy la podremos ver desde lo turístico, con “San Juan-La Serena”, con Agua Negra y el corredor bioceánico. También se cuenta con los permisos de uso público que provienen tanto de los científicos de la UNSJ como de los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología. El recorrido llevará unas cinco horas de duración para realizarse hasta tres veces por semana, según el nuevo titular el Ente Autárquico Ischigualasto, Juan P. Teja Godoy, quien reemplazó recientemente a Emilio Fernández de muy destacada tarea en los últimos años.

 

> Conocedores del campo y la montaña

Los arrieros deben ser recordados debido también como hombres hábiles, conocedores de la geografía, en especial la montañosa. Fueron quienes encontraron los mejores pasos para cruzar hasta Chile y viceversa. Así fue como intercambiaban mercancías desde el siglo XVII. Estos hombres fueron quienes asesoraron al General José de San Martín cuáles eran los mejores caminos seguros por la cordillera para llevar las columnas del Ejército de Los Andes hacia Chile y lograr las victorias que le dieron la independencia al país vecino y luego a Perú.

Es que el arriero siempre fue de bajo perfil, pero que con sus conocimientos del campo y la geografía, pusieron su especial granito de arena para hacer de la Argentina, una gran nación.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista
Fuentes: “Así era San Juan cuando nació la Patria”, Luis E. Meglioli, Imp. Cícero San Juan, 2010; “El arriero, amo y señor de la montaña”, Pablo Lacoste, “Todo es Historia” Nº 475, 2007; “Génesis del tipo gaucho en el Río de la Plata”, Fernando Octavio Assunção, Imp. Nacional, Montevideo.