Líder. Abunda el merchandising del presidente Vladimir Putin, como tazas, llaveros o carcasas de celulares.

 

 

Por Fabio Cavaliere

Enviado especial
fcavaliere@diariodecuyo.com.ar@FabioMCavaliere

 

Apenas 24 horas después de la consagración de Francia como nuevo campeón del mundo, y en la Plaza Roja estaban desarmando toda la escenografía montada para recibir al mundo futbolero. Porque así de efímero es ese mes en el que uno viaja a otra dimensión para vivir con una pelota en la cabeza todo el tiempo. Así se fue Rusia, y también nos fuimos, ese país increíble, icónico e indescifrable por momentos pero fascinante y atrayente, por su patrimonio, historia y costumbres.

Apenas caídos del avión nos recibían en una casa u hostel y nos ofrecían las pantuflas, porque "todo el tiempo" en los interiores hay que usar ese calzado o las ojotas, para evitar llevar la suciedad del exterior. ¡Y guarda con no hacerlo! es una ofensa para el anfitrión no sacarse las zapatillas al entrar, en una tradición que llega hasta los ámbitos laborales donde no hay atención al público. La limpieza es un tema donde no existen los términos medios y casi por unanimidad es fundamental para todos los habitantes rusos.

Inmediatamente, el salir al ruedo en Moscú para la búsqueda de notas, en la cobertura periodística, nos lleva al desafío de movernos en un territorio cirílico. Todo en una metrópoli gigantesca, con nada menos que 12 millones de habitantes, pero que disfrutó de su gran momento turístico en décadas recibiendo y ayudando a los visitantes, sobre todo con el idioma, sin dudas uno de los "aspectos" más complejos en ese país.

Así, recorremos la capital roja, una de las ciudades con más millonarios del mundo que se aprecia a simple vista observando el parque automotor, lleno de Hummer, Audi o Mercedes. Más aún, uno de los rasgos que asombra es que cualquier familia de clase media puede acceder a estos vehículos, por eso es normal verlos en los estacionamientos de barrios populares. Más allá de que es un país con economía controlada y baja inflación, es una meta para el ruso tipo comprar un auto de alta gama aunque se viva en departamento pequeño.

 

Alta gama. Hasta en los barrios más populares y de "clase media" en Rusia, el parque automotor es algo realmente muy sofisticado. El salario promedio en una economía con poca inflación permite acceder a la compra de estos vehículos.

 

Pero lejos de esos lujos, nos movilizamos en el Metro descendiendo durante tres minutos en escalera mecánica los entre 50 y 100 metros, que lo convierten en el más profundo del mundo. No sólo eso, también el más hermoso del planeta (sin un solo cartel de publicidad) con subtes que, entre uno y otro, tienen una frecuencia de ¡1 minuto! De esta manera las 8 millones de personas que transportan por día nunca viajan apretadas entre los 346 kilómetros, 206 estaciones y 12 líneas bajo tierra.

Sin embargo, también en la superficie casi todo esta adecuado para hacer fácil el traslado de la gente. Porque además de colectivos, tranvías y monorriel, el peatón se vale del monopatín. Nada de chiste, personas de todas las edades lo usan, como al "hoverboard", para avanzar en la gran urbe y todos los cruces tienen las rampas para ellos. Por cierto, hablando de cruces de avenidas, todos son subterráneos, de este modo nadie pierde el tiempo esperando el semáforo para cruzar las anchas vías.

Porque todo es grande en Rusia, porque si bien la Unión Soviética es una época que hoy queda lejos, en aquel tiempo las dimensiones importaban, la propaganda era fundamental. Por eso en cada dirección que tomamos nos topamos con inmuebles de dimensiones descomunales.

Ni que hablar de las distancias entre ciudades, recorrimos más de 2500 km entre idas y vueltas siguiendo a la Selección Argentina. Así nos subimos a trenes que datan de la Guerra Fría, con camarotes compartidos y poco confort para dormir en cuchetas. O debimos alquilar una combi con hinchas, al agotarse los transportes públicos hacia Kazán, cuando el andar del equipo de Messi le cambió la hoja de ruta a todos los argentinos. Así, en plena noche Malik, el chofer que nos trasladaba y que ni siquiera hablaba inglés, se detiene en una estación de servicio para sacar una alfombra y ponerse a rezar. No le importaba que aún faltaran 500 km y se venía un partido definitorio, para los muchos rusos musulmanes la hora del rezo es sagrada en cualquier circunstancia.

En el centro de las ciudades casi no hay suciedad. Además, se trata de un país repleto de catedrales.

Pero esa odisea por el país más grande del mundo nos mostró una nación de grandes contrastes. Donde en el centro del poder es común comprarse un Lexus, a sólo 100 km de Moscú hay un pueblo que todavía no tiene electricidad y sus habitantes aprovecharon el Mundial para visibilizar su necesidad. O por ejemplo, ver la gran migración de la parte asiática hacia la región europea del territorio, en busca de mejores oportunidades. Por eso vemos miles de rostros orientales que a pesar de esos rasgos hablan en ruso, ya que son nativos de las ex repúblicas soviéticas como Uzbekistán o Kirguistán.

Cuando pensamos que el cansancio nos llega temprano, descubrimos que son las 10 PM, solo que hay total claridad como si fuera la media tarde. Las "Noches Blancas", sobre todo en San Petersburgo, vuelven a las 3 de la madrugada, es decir hay menos de 5 horas de oscuridad, en esta época del año.

Del mismo modo, es palpable la seguridad y los bajos niveles de robos o crímenes, quizás esta sea una de las cuestiones por las que se venden remeras, tasas y más merchandising del presidente, Vladimir Putin. Aunque está perdiendo popularidad y muchos lo tildan de mafioso reconocen que el país necesita un líder fuerte, tal como se ve el ex espía de la que fuera la KGB. Igualmente, para la mayoría la gran calamidad del país es la corrupción, "está en todos lados", repiten.

 

Calzado. Al ingresar a cualquier casa está un colgante o repisa para las pantuflas u ojotas que uno debe ponerse tras sacarse inmediatamente los zapatos o zapatillas.

 

En tanto, la gente mayor tiene cierta nostalgia por lo que fue la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y son sólo estos los que por lo general ven televisión. En cambio, la juventud está más volcada a internet y las redes sociales. Asimismo, nos percatamos que los rusos son grandes supersticiosos. Por ejemplo, no entregan ni reciben el dinero en la mano y para ello ponen un plato junto a las cajas de cobro.

Para el final, el capítulo de nosotros, los argentinos y un golpe a nuestro gran ego.

El hockey sobre hielo es el deporte reinante, seguido del fútbol. A pesar de haber sido potencia en básquet , decayó en nivel y popularidad.

 

Argentina. El rostro de Lio es universal y Rusia no escapa, también conocen a Maradona. Los adolescentes saben de Tini Stoessel y las mujeres adoran a Natalia Oreiro, que piensan que es argentina.

 

Con excepción de Messi y Maradona, en Rusia casi no conocen nada de estos lares. Ni la carne, ni el tango, ni cuál es su capital, etc. Es decir, un desafío supremo sería para un agente turístico tratar de "convencer" a un ciudadano ruso que venga a estas tierras de visita.

Al ser un país de mayoría católica ortodoxa casi no registran al papa Francisco, algo que en otras latitudes sería imposible de imaginarse.

En ese sentido, sólo se "salvan" Tini Stoessel y Natalia Oreiro que, para todos, es oriunda de Argentina, aunque en realidad si bien la ex "paquita" de Xuxa tiene ciudadanía argentina, nació en su Uruguay natal.

 

Sólo recuerdan unos cereales argentinos que tuvieron gran recepción en décadas pasadas. En ese aspecto, la comida oriunda de nuestro país es algo totalmente desconocido para ellos. Tampoco son fanáticos del fútbol aunque este mundial despertó en ellos una gran pasión, a la que le acompañaron con mucho vodka, como siempre.

Porque en Rusia pueden faltar algunas cosas, pero a nivel bebida lo que jamás debe escasear es su bebida nacional. De ella se consumió récord de botellas cuando la Selección accedió a cuartos de final tras dejar en el camino a un candidato como España.