La mayoría de los seleccionados que disputan el Mundial de Rusia apuestan al trabajo en divisiones menores para fortalecer su equipo elite en años venideros.

Con diferentes ideas, sistemas o métodos pero entendiendo que los jóvenes de hoy son el futuro y ninguna forma milagrosa podrá superar el trabajo del día con las promesas del mañana.

El quiebre de Argentina se dio con el Mundial Sub-20 de Canadá de 2007, en el que participaron jugadores de selección como Mercado, Banega o Romero, entre otros.

Mirar hacia atrás es citar a Pékerman. Mirar hacia delante es encontrar una década pérdida que busca reformularse con la llegada de nuevas autoridades a AFA.

El proceso es largo pero necesario. Impostergable. Aunque hay que aceptar que una transición de cuatro u ocho años nos espera. El trabajo de hoy no es para el mes que viene sino para ver en cinco o diez años. 

Volver a sembrar, con un profundo trabajo, para que la cosecha sea buena y siempre entendiendo que es fútbol y, con tantas variables en el medio, no hay nada asegurado pero como en la vida misma el trabajo siempre nos acercará, dignos, al objetivo soñado.

No se puede ganar siempre. Como muestra los casos de Alemania y España, que con largos periodos sostenidos en base a una nueva identidad, igual quedaron afuera tempranamente. 

No existe Deportivo Ganar pero sí esa meseta en la cual los grandes equipos permanecen y donde debe volver Argentina, tras el agradecimiento a una generación que nos dio mucho, subcampeonato Mundial incluido. No es poca cosa.