Si se trata de una acción aislada de un agente, es preocupante porque este policía que es capaz de denunciar falsamente o armar una causa para perjudicar a otra persona, también patrulla las calles y maneja una pistola.

Ahora, si es la operación de un sector de la Policía, es doblemente grave porque se avala casi institucionalmente la persecución a un periodista y alimenta la sospecha de que es una práctica habitual contra civiles.

En casi 20 años de periodismo, traté con muchos policías a los que reconozco su hombría de bien y a los que me une un gran respeto.

También están los otros que no me saludan y que maldijeron las veces que publicamos los casos del travesti violado en la Central, los femicidios, los abusos sexuales, los robos, las extorsiones, las coimas y causas por droga que involucraron a uniformados.

A algunos les molesta que haya contado sobre la rifa clandestina que organizaron en la Dirección de Inteligencia, del asado en una comisaría por el cumpleaños de un preso, del comisario que fue sancionado por llevarse a su casa un televisor secuestrado o del móvil que chocó cuando traía a un jefe policial de su domicilio. Nunca opinamos.

Y teníamos motivos. En mi caso, robaron dos veces en mi domicilio y nunca se supo nada, recibí amenazas de policías y vigilaron mi casa, esto último contado por gente de la Fuerza. Al jefe de la sección le incendiaron el auto y a un chofer le quemaron la camioneta del diario.

Sin mencionar los maltratos y las insinuaciones de llevarnos presos sólo por cubrir una noticia. No me asusta ir al juzgado, no creo que vayan a detenerme por algo que no hice.

Pueden investigar o hurgar sobre mi vida, no van a encontrar nada raro. Lo que preocupa es que, por hacer periodismo y decir todo esto, se profundice el hostigamiento o utilicen otras formas para callarnos.

Porque no se cuida la imagen de la Policía ni se garantiza la seguridad ocultando los hechos o atentando contra un principio básico como es la libertad de expresión. Hay policías honestos que lo entienden así.
 

Los delitos se van a seguir produciendo, los casos que salpiquen a policías también y la prensa seguirá publicándolos. Los periodistas no son los responsables de la inseguridad o del mal proceder de ciertos uniformados. Entonces no busquen culpables donde no hay.