Dicen que nadie es profeta en su propia tierra, pero Juan Pablo Pacheco derrumba esta afirmación. Asegura que lo mejor que le pasó es realizarse profesionalmente en su pueblo natal, Angaco, al que eligió incluso para armar su propia familia. Médico de Familia, tiene 41 año y es uno de los vecinos más queridos del departamento.

Empezó atendiendo a sus amigos y vecinos sin cobrar un peso. Luego asistió a la gente que vive en la localidad de Lomas de las Tapias, un sitio rural alejado de la villa cabecera. Desde hace poco más de un año es el director del Hospital Alfredo Rizzo Sparza.


“Siempre tuve claro que una vez que me recibiera iba a volver a Angaco a trabajar. De Córdoba me vine con mi esposa y mi hija mayor. Acá nacieron las otras dos”, cuenta Juan Pablo Pacheco. Al recordar sus inicios se le quiebra la voz. Sobre todo cuando rememora los días en que asistía a la gente de Las Tapias, el lugar de donde eran sus papás y donde él vivió hasta los dos años. Luego se trasladaron a la villa cabecera del departamento, tras el terremoto del ‘77.

POR OPCION. Juan Pablo Pacheco tiene 41 años, se especializó como Médico de Familia y decidió vivir y ejercer en el pueblo que lo vio nacer y crecer, Angaco. 


Sus primeros pasos como médico los dio en el centro de jubilados angaquero y luego presentó un proyecto para el centro de salud. Allí estuvo 11 años y desde el año pasado es el director del hospital de Angaco.


El “doctor Pacheco” es conocido por todos, aún cuando no sean sus pacientes, porque dice que es un vecino más. Hizo la secundaria en la escuela Cacique Angaco y a los 17 años se fue a Córdoba, siempre con el objetivo de regresar.


“No fue fácil. Pero es lo que me hace feliz. Acá soy reconocido, me siento querido”, agrega el médico que dice que el sentimiento de pertenencia es tan fuerte que hasta formó un equipo de trabajo con gente del lugar en el que se apoya incondicionalmente. “Yo no estaría donde estoy si no fuera por la gente con la que trabajo”, asegura.


El médico es el “padrino del pueblo”. Dice que tiene muchos ahijados y que el lugar es su familia. 
“Vengo de una familia de trabajadores. Mi madre era costurera, mi padre cajero del correo de Angaco. Fueron muy conocidos y respetados por los vecino. Tuve una infancia feliz en este lugar. Por eso busco aportar un grano de arena para mejorar la calidad de vida de mi gente”, concluye Juan Pablo Pacheco.