Tenía que ganar, como sea. Arrancó así y lo terminó así para poder lograr el primer triunfo del año. En esa convicción, en ese convencimiento de que tenía que ser así, Atlético Alianza justificó el triunfo festejado por 3-1 sobre un remendado Atlético Trinidad al que las lesiones y las ausencias le terminaron pasando factura. Lo ganó bien el Lechuzo. Con absoluta claridad, siendo el dominador del primer tiempo en el que abrió el partido con el gol del iluminado Ricardo Avila y después, se paró muy bien, muy ordenado, muy convencido de lo que hacía para terminar de edificar un triunfo trascendente por el presente y de cara al futuro.

En el comienzo, Alianza mostró la presión necesaria como para adueñarse del partido. Sus volantes coparon el medio y recostando el juego por el sector de Ricardo Avila, el Lechuzo encontró la forma de desequilibrar a un Trinidad que no podía terminar de afirmarse. Pero así y todo, la primera opción clara de gol del partido fue de Trinidad que a los 13′ vio cómo Coronel le tapó un remate tremendo a Hernán Muñoz. Pero claro, Alianza era dueño y quería más. Insistió tanto que a los 25′, el Patito Avila le dio toda la rosca a un tiro libre desde el rincón derecho y con ayuda involuntaria de Juan Ruiz, descolocó al pibe Díaz y abrió la cuenta. Fue más Alianza a partir de ese instante y pudo haber duplicado su ventaja cuando a los 36′ Rubén Ceballos estrelló un cabezazo en el travesaño del arco de Trinidad.

En el complemento, Trinidad se rearmó en el medio y equilibró la posesión de la pelota. Juan Ruiz apareció en la generación del juego y con eso, el León llegó con cierto peligro al área de Alianza. Le faltaba peso pero iba. Se arriesgó y no tuvo éxito. Y claro, Alianza se fue afirmando cada minuto más para la contra, esperando el momento de liquidarlo. Y se le dio. A los 26′, el recién ingresado Uranga primereó a Mazetti, habilitó a Martiní y el ex-Trinidad definió con comodidad ante la desesperada salida de Díaz. Con el 2-0 a su favor, Alianza ya lo reguló. Para colmo, Eduardo Reina se fue expulsado y ahí Trinidad se terminó de derrumbar. Tanto, que a los 36′ en otra estupenda contra que encabezó Avila, el turno del gol fue para Uranga que definió muy bien. Quedó tiempo para el descuento de Carlos Paratore, aunque la historia ya estaba escrita a partir del convencimiento de un Alianza que tenía que ganar como fuera y así lo hizo.