"Mamá, yo no corrí porque no hice nada… ayudame, mamá, por favor". Esas fueron las últimas palabras que con mucho esfuerzo esbozó Braian Ariel Videla (22). Unos minutos antes le habían dado un tiro en el pecho y era trasladado en el auto de un vecino cuando se desesperaba por hablarle y darle explicaciones a su madre, ya con la respiración casi cortada. Esa frase quedará por siempre grabada en la cabeza de esa mujer, pues es lo último que le escuchó decir a su único hijo varón, el segundo de cuatro hermanos, porque instantes después murió cuando era asistido en una ambulancia.

El crimen de Braian ocurrió en la noche del jueves en la esquina de su casa, en el siempre conflictivo Barrio Teresa de Calcuta de Pocito. El homicida es un conocido suyo que tiene 17 años, que vive cerca y que fue detenido esa misma noche.

La víctima, Braian Ariel Videla. Tenía 22 años y estaba de novio. 

 

Según familiares de la víctima, solían juntarse con el mismo grupo, casi siempre a tomar algo en el barrio. Pero a la hora de describirlos hicieron una marcada diferencia: dijeron que Braian era muy trabajador, que no tenía inconvenientes con nadie y que nunca llevaba problemas a su casa; mientras que el menor homicida -aseguraron- delinquía (efectivamente tiene antecedentes penales por delitos contra la propiedad) y "andaba en cosas raras", en referencia al consumo de estupefacientes.

Lo que se sabe es que el episodio que desencadenó el crimen fue cerca de las 21. Gustavo y Raúl, tíos de Braian, indicaron que el muchacho había estado trabajando todo el día en un lugar cercano donde fabrican premoldeados. El joven supuestamente llegó a su casa y su padre le dijo que se bañara, pero le respondió que, así con ropa de trabajo, salía un ratito a tomar una gaseosa y volvía.

Según los investigadores, el fallecido estaba en la esquina de su casa con al menos dos amigos menores de edad cuando llegó L.D.S. (17). La versión de los pesquisas es que el asesino estaba enojado con Braian porque le debía plata (se habla de unos $2.000). A ese dato lo habría aportado uno de los chicos del grupo. Sin embargo, en la familia de la víctima lo desmintieron, o aclararon que, de haber existido una deuda, el joven ya la había saldado. No obstante, aseguraron que lo que más les cierra es que en realidad el problema del homicida era con otro chico y que se las agarró con él porque se interpuso para tranquilizarlo.

Lo concreto es que hubo un intercambio de palabras, que el menor extrajo un revólver y que gatilló al menos una vez, sin que saliera el disparo. Presuntamente el fallecido ahí intentó sacarle el arma, con tanta mala fortuna que estando a corta distancia salió una bala que se coló por su pecho.

Luego de eso el agresor salió corriendo, mientras que la víctima fue asistida por sus amigos y familiares, quienes pidieron a un vecino si podían cargarlo en su auto y llevarlo hasta el ingreso del barrio (Agustín Gómez y Frias), donde esperaba la ambulancia, cuyo personal supuestamente se negó a ingresar al barrio por el clima hostil que había. Al auto del vecino se subió también la madre del chico y en esas pocas cuadras fue ese dramático cruce de palabras, que iba diluyéndose debido a que Braian poco a poco iba perdiendo la conciencia.

"Mi sobrino no hizo nada, solamente le dijo (al homicida) que se quedara tranquilo, que parara, pero empezó a tirar para todos lados. Todos han corrido y él no porque no había hecho nada", explicó Raúl, conteniendo la bronca. "Los padres están hechos b…, en la familia hay mucho dolor, estamos destrozados", completó. Braian estaba de novio y no tenía hijos.

Sin consuelo. Con mucho dolor y bronca estaban ayer los familiares del chico que mataron. Dijeron que dudan que el homicida reciba un castigo ejemplar, por el hecho de que es menor de edad.

 

LA DETENCIÓN

Luego de descerrajar el disparo mortal y darse cuenta de que su blanco había quedado gravemente herido, L.D.S. corrió y se refugió en su casa del Barrio Huarpe, que está pegado al Teresa de Calcuta. Pocos minutos después llegaron al lugar varias brigadas policiales y personal de la UFI Delitos Especiales que comanda el fiscal Francisco Micheltorena. Los pesquisas escucharon el testimonio de los testigos y se fueron a buscar al homicida. Según fuentes judiciales, se encontraban rodeando la cuadra cuando el menor salió corriendo de la vivienda, sin llegar muy lejos porque fue interceptado por unos policías de civil. En ese momento empezó a gritar que no había sido, pero las características físicas coincidían con las aportadas por los testigos. Eso sí, tenía otra ropa, pero los investigadores, al irrumpir en la casa, descubrieron que se había cambiado y que las prendas que tenía al momento del hecho estaban en el lavarropas.

Al tener 17 años, el detenido quedó a disposición del Segundo Juzgado de la Niñez y Adolescencia. Al cierre de esta edición, los pesquisas aún no habían podido hallar el arma.