Un ataque de ansiedad (también denominado crisis de ansiedad o ataque de pánico), se suele producir sin un desencadenante aparente. Puede ser debido a estrés acumulado, a haber padecido ataques anteriormente, etc. Cuando estos ataques son recurrentes e imprevistos, hablamos de un trastorno de pánico.

Ataque de ansiedad: ¿en qué consiste?

En un ataque de ansiedad, el sujeto se siente desbordado, con sensación de falta de aire, en tensión, con la respiración agitada, a punto de perder el control, mareado… (los síntomas pueden variar de una persona a otra), pero lo fundamental es que es muy difícil de controlar, y que una vez aparece, lo mejor es dejar que pase (eso sí, ayudando a que la persona respire, a que se sienta en un lugar apartado, etc.).

Así, técnicamente y según el DSM-5, un ataque de ansiedad es una aparición súbita de miedo y/o malestar intenso. Este miedo o malestar alcanza su máxima expresión en cuestión de minutos; en estos minutos aparecen una serie de síntomas característicos, que veremos un poco más adelante. Estos síntomas incluyen: palpitaciones, miedo a morir, escalofríos, náuseas, sensación de ahogo, temblor o sacudidas, etc.

Por otro lado, en el ataque de pánico, la aparición súbita de los síntomas se puede producir desde un estado o bien de ansiedad o bien de calma. Además, el DSM explicita que el ataque de pánico, aunque generalmente aparece con miedo y/o ansiedad, estos dos no son requisitos imprescindibles. Se trata de los “ataques de pánico sin miedo”.

El hecho de tener más de un ataque de ansiedad en el tiempo (es decir, que aparezcan ataques de ansiedad o de pánico imprevistos y recurrentes), permite el diagnóstico de trastorno de pánico (DSM-5), si se cumplen además otros criterios.

Causas

Las causas de los ataques de pánico pueden ser muy diversas. Existen diferentes teorías explicativas al respecto.

1. Modelos genéticos

Los modelos genéticos de la ansiedad proponen que existe cierta predisposición a padecer un trastorno de ansiedad en algunas personas; lo que dicen, más concretamente, es que heredamos una vulnerabilidad para desarrollar un trastorno de ansiedad en general (es decir, no es que heredemos el trastorno en sí mismo).

Esto podría ocurrir con los ataques de pánico (recordemos que el ataque de pánico en el DSM-5 deja de constituir un trastorno específico para convertirse en un especificador de otros trastornos).

2. Modelos neurobiológicos

Los modelos neurobiológicos de la ansiedad proponen la existencia de alteraciones en algunas sustancias cerebrales, como el GABA (ácido gamma-amino-butírico) como origen de algunos trastornos de ansiedad.

3. Modelos neuroendocrinos

Estos modelos sugieren que los estados de estrés y ansiedad suponen una mayor secreción de algunas sustancias, tales como: la tiroxina, el cortisol y las catecolaminas. Se produce, pues, una hipersecreción de cortisol.

4. Modelos de aprendizaje

Existen también teorías del aprendizaje, que hacen referencia a procesos de condicionamiento clásico y operante como origen de algunos trastornos de ansiedad, incluyendo los ataques de ansiedad.

Es decir, debido a ciertas experiencias traumáticas, podemos acabar desarrollando un trastorno de ansiedad, por ejemplo. Si por ejemplo sufrimos un ataque de ansiedad, el propio miedo a volver a sufrirlo puede acabar desencadenando otro ataque de ansiedad, o un trastorno de ansiedad (como por ejemplo la agorafobia o el trastorno de pánico).

Síntomas

El DSM-5 explicita que los síntomas que aparecen en un ataque de pánico (que deben ser 4 o más), son algunos de los siguientes:

– Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.

– Sudoración.

– Temblor o sacudidas.

– Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.

– Sensación de ahogo.

– Dolor o molestias en el tórax.

– Náuseas o malestar abdominal.

– Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.

– Escalofríos o sensación de calor.

– Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueos).

– Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).

– Miedo a perder el control o de “volverse loco”.

– Miedo a morir

– Tratamientos

El tratamiento más completo (y considerado de elección) para tratar los ataques de pánico es un tratamiento multicomponente cognitivo-conductual. Aunque pueden utilizarse otras orientaciones psicológicas (por ejemplo el psicoanálisis), nosotros explicaremos este modelo por tratarse del más eficaz y utilizado.

1. Psicoeducación

La psicoeducación implica “educar al paciente en su trastorno y en su adaptación”. Consiste en enseñar al paciente a identificar las manifestaciones de un posible ataque de pánico, y en explicarle la base de tales manifestaciones. También se le explica cuál será el plan de tratamiento.

2. Exposición interoceptiva

Implica que el paciente pueda experimentar las sensaciones de un ataque de pánico (o sensaciones similares) de forma controlada y provocada; el paciente deberá centrarse en dichas sensaciones en lugar de evitarlas.

3. Reestructuración cognitiva

La reestructuración cognitiva, técnica clave en psicoterapia cognitivo-conductual, consiste en enseñar al paciente a identificar y poner a prueba sus interpretaciones catastrofistas de las sensaciones corporales que experimenta. Es decir, el paciente deberá aprender a “relativizar” dichas sensaciones asociadas al ataque de pánico.

4. Respiración controlada

La respiración controlada es otro de los elementos terapéuticos para abordar un ataque de ansiedad (o el miedo a padecerlo). Consiste en respirar de forma lenta y regular con el diafragma, a través de inspiraciones breves y de espiraciones prolongadas.

En cada respiración se deberá hacer una pequeña pausa. Además, es importante que esto se haga (la respiración) a través de la nariz, y no por la boca (se aconseja que sea entre unas 8 y 12 veces por minuto).

5. Relajación aplicada

Finalmente, el último elemento del tratamiento multicomponente cognitivo-conductual para el ataque de ansiedad es la relajación aplicada. Esta consiste en una relajación muscular progresiva (un programa concreto) y en aplicarlo en situaciones donde el paciente sienta que “puede” padecer un ataque de ansiedad (esto se denomina “práctica en vivo”). Esto se hará jerárquicamente.

Fuente: EstiloNext