Productos tan dispares como un kilo de carne, una remera o un chip electrónico tienen algo en común y que pocos conocen: el "agua virtual", que es la cantidad de este recurso utilizado de modo directo e indirecto para la producción de esos bienes, y que es una de las claves poco abordadas del comercio internacional.

Cada objeto -también servicio- que nos rodea necesita de muchos litros de agua para ser producido. Por eso se llama "virtual", porque no se ve aunque está presente en la comida, bienes y servicios que consumimos.

"El concepto de agua virtual nace en 1998 en Inglaterra con John Anthony Allan, profesor de la Universidad de Londres, que comprobó que había países que importaban y otros que exportaban agua. El agua virtual es la cantidad de agua que contienen los productos", dijo el ingeniero argentino en Recursos Hídricos de la Universidad Nacional del Litoral, Oscar Duarte.

"Argentina es un neto exportador, ya que exporta productos derivados de la carne y cereales, que tienen implícita mucha agua. Un kilo de carne tiene unos 15.000 litros de agua implícita porque para obtener esa carne tuviste que tener una vaca varios años donde tomó agua, comió pasto regado y en el frigorífico también se tuvo que limpiar con agua. Es toda esa sumatoria", aclaró.

En esa balanza comercial, que según Duarte los países centrales "tienen muy en claro", Argentina exporta al mundo productos con gran cantidad de agua (hoy es el Día Mundial) pero importa productos sin este recurso.

"Nosotros exportamos agua con la carne o la soja, e importamos productos con poca agua como electrónicos, que tienen un alto costo. Nosotros entregamos productos de bajo valor con mucha agua implícita, ahí hay un desequilibrio", aseguró.

Los alimentos son los que más agua conllevan, ya que, por ejemplo, para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua; un kilo de arroz, 2.500 litros; un kilo de azúcar, 1.800 litros; un kilo de pan, 1.600 litros, y un litro de leche, 1.000 litros de agua, según los datos que recopila la red Huella Hídrica.

Naciones Unidas estima que la producción diaria de alimentos para una persona requiere un promedio de 3.500 litros de agua.

Según el experto, la huella hídrica, es decir el volumen de agua para producir un producto a lo largo de la cadena de producción, en Argentina es de 360 mil millones de metros cúbicos al año, lo que coloca al país entre los que más agua utilizan. La producción agroindustrial representa el 94% de la huella hídrica nacional, según las estimaciones.

Según Duarte, el 67 por ciento del comercio global de esta agua, denominada virtual, se realiza a través de productos agrícolas, de los cuales el trigo y la soja concentran el 50 por ciento del volumen total del recurso.

A finales de 2020, el agua comenzó a cotizar en la bolsa de Wall Street, lo que provocó alarma a nivel internacional por la presencia y el uso del recurso. "Se dio en un país muy particular como Estados Unidos donde el agua es privada. En nuestra legislación, y en gran parte del mundo, el agua tiene un carácter de bien público", aseguró Duarte.

Según Naciones Unidas, la escasez de agua afecta a más del 40 por ciento de la población mundial y este porcentaje podría aumentar.

Más del 80 por ciento de las aguas residuales resultantes de la actividad humana se vierte en los ríos o en el mar sin ningún tratamiento, lo que provoca su contaminación.

"En nuestro país el agua tiene un carácter provincial, son recursos naturales. Últimamente la Nación ha sancionado leyes de protección para la preservación de los recursos hídricos. Pero muchas veces no hay capacidad de controlar tanta masa de agua, hay que fortalecer a las autoridades provinciales para mejorar el cuidado del recurso", aseveró el ingeniero.

Por último, Duarte aseguró que debe haber mayor conciencia sobre la utilización del agua, algo que se siente diferente por cuestiones geográficas y disponibilidad del recurso en el país.

"Muchas veces depende de la escasez o abundancia de agua. Hace que no tomes conciencia de la importancia que tiene. Es dispar en Argentina. Hay gente que vive en la cuenca del Paraná y no siente que tenga problemas de agua, pero en Mendoza o San Juan tiene un valor más significativo porque hay poca agua", afirmó. Télam

 

> El uso para la agricultura

 

El buen uso del agua subterránea a partir de una planificación inteligente mediante la gestión integral del recurso hídrico y la agricultura adaptativa permite cubrir la demanda de los cultivos, en un contexto de escasas precipitaciones, aseguran desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

El sector agrícola argentino se destaca por el éxito de sus estrategias para manejar la sequía, como la siembra directa, control de malezas y maíz tardío, pero "no somos tan buenos en limitar la pérdida de agua en profundidad", dijo Jorge Mercau, coordinador del Proyecto Disciplinar Interacción de Agroecosistemas y Napas freáticas del INTA.

Por su parte, José Volante, coordinador del Programa Nacional de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA, aseguró que "crear territorios o paisajes heterogéneos, con corredores de bosques nativos, alambrados con cortinas forestales, respetando los escurrimientos, un manejo racional de rotaciones, pueden ser formas de mitigar o disminuir los efectos del cambio de uso del suelo, adaptarse mejor a los cambios interanuales, reducir el riesgo de ascenso de napas freáticas y evitar salinización de suelos".

Por otra parte, en las zonas áridas del país donde el agua subterránea es intensamente explotada para usos agrícolas, agropecuarios, agroindustriales y consumo humano, se está dando un proceso de profundización de los niveles del agua subterránea.

 

  • Lo que falta en Argentina

En Argentina el 21% de los habitantes no tiene acceso a la red pública de agua. Además no es solamente su disponibilidad sino también su calidad. Según la Fundación Plurales, existen comunidades en las que deben caminar hasta cuatro o seis horas para conseguir agua potable.

 

EL DEBATE

En Chile

El agua de Chile, privatizada por la dictadura de Augusto Pinochet y blindada en la Constitución de 1980, será uno de los ejes de la convención constituyente que está en marcha. Esperan que el debate no sea sencillo por la participación de la derecha.

En Bolivia

La Guerra del Agua es un hito en contra de los excesos de privatizaciones del neoliberalismo de fin del siglo XX en Latinoamérica y también una bisagra en la historia de Bolivia, donde las protestas le torcieron el brazo al exdictador Hugo Banzer y a transnacionales.

 

Muchas horas. Alrededor del mundo, mujeres y niñas dedican 125 millones de horas al día a recolectar agua en recipientes que pesan hasta 20 kilos.

 

 

  • Un hito en el camino de privatizaciones

La cotización del agua de California, EEUU, en el mercado de futuros de Wall Street, considerando al fluido como un commodity más, es un nuevo hito en el camino de privatización de ese recurso.

El proceso de privatización del agua comenzó hace más de 40 años en Chile, con el dictador Augusto Pinochet. Le siguió con la premier británica Margaret Thatcher, quien privatizó la distribución del fluido y plantó la semilla de los sistemas de concesiones que aplicaron los gobiernos neoliberales que se hicieron fuertes en Latinoamérica en los "90.

La noticia de que el agua de California comenzó a cotizar encendió las alertas entre quienes defienden que el agua es un recurso de bien común, no privatizable ni transable.

En la década de los "70 Augusto Pinochet dejó la economía chilena en manos de economistas alineados con la Escuela de Chicago, que primero privatizaron las tierras y luego el agua. "En Chile la empresas que producen palta compran grandes cantidades de agua para sus cultivos y las poblaciones cercanas sufren un feroz racionamiento", señaló Rodrigo Mundaca, del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua.