"El emprendedor del que habla Macri es un monotributista que se sube a una bici a repartir pizzas".

Mano derecha del fallecido expresidente Néstor Kirchner y posterior enemigo de su esposa, Cristina Fernández, Alberto Fernández aceptó reconciliarse con ella y pujar por ser el próximo presidente con una promesa: sacar al país de la crisis, como ya se vanagloria haberlo hecho en 2003.


Nacido en Buenos Aires hace 60 años, este peronista, amante de la guitarra y de pasear a su perro Dylan, fue el candidato más votado en las primarias presidenciales.


"Hoy soy candidato a presidente y junto a Cristina voy a ordenar el caos que nos están dejando", cuenta Fernández en un video de la campaña electoral.


Atraído por la política desde los 14 años, Alberto se introdujo en el ámbito partidista a principios de los 80, con la última dictadura (1976-1983) agonizando y mientras estudiaba derecho, carrera que terminó con éxito.


Tras liderar la juventud del Partido Nacionalista Constitucional, ya en 1985, con Raúl Alfonsín como primer presidente de la actual democracia, fue designado subdirector General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía y, cuatro años después, el Gobierno del peronista Carlos Menem lo nombró superintendente de Seguros de la Nación, puesto que ocupó hasta 1995.


Ya distanciado de Menem, Fernández comenzó el siglo XXI como diputado en Buenos Aires y fue uno de los primeros dirigentes capitalinos que se acercaron a Kirchner, quien desde 1991 era gobernador de Santa Cruz.

Alberto formó parte del "Grupo de Calafate", que tuvo como fin apoyar primero la candidatura presidencial del también peronista Eduardo Duhalde y más tarde la del propio Kirchner. El gobernador de Santa Cruz, que había confiado en Fernández la jefatura de su campaña, acabó ocupando la Casa Rosada.


Desde entonces y hasta 2008, el matrimonio Kirchner y su acólito, al que Néstor nombró jefe del Gabinete, fueron carne y uña. En esa primera etapa kirchnerista, Fernández fue clave en las negociaciones para cancelar en 2005 la deuda de casi 10.000 millones de dólares que el país arrastraba con el Fondo Monetario Internacional.


Pero el principio del fin llegó a finales de 2007, con la victoria presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Todo se desplomó cuando el 16 de julio de 2008, el Senado vetó un incremento de impuestos agrarios propuesto por el Ejecutivo. Sólo una semana después, Alberto Fernández renunciaba al cargo.


Las manifestaciones de productores agropecuarios contra esos impuestos habían desgastado su figura y pusieron en evidencia sus discrepancias con los Kirchner. Fernández dijo que el Gobierno erró en haber propiciado una doble pelea con "el campo" y los medios de comunicación. Pero tras años de distanciamiento, el pasado 18 de mayo llegó el bombazo: la expresidenta anunciaba que había propuesto a Fernández ser candidato a la presidencia, con ella como segunda.