El presidente Alberto Fernández pidió hoy que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le brinde más asistencia y tiempo a los países de ingreso medio como la Argentina para pagar su deuda.

El Jefe de Estado indicó en la apertura de una nueva sesión del Consejo Económico y Social, presidido por Gustavo Béliz, que es necesario dar este debate “desde la emergencia que estamos viviendo”, tomando en cuenta que la pobreza en el conurbano supera el 50%. Por lo tanto, indicó que no sólo los países pobres deben ser asistidos por los organismos internacionales.

“Aspiro a que se revise todo, que se revisen las tasas y los tiempos para pagar la deuda”, sostuvo el presidente desde la residencia de Olivos, donde se recupera del coronavirus. De inmediato, aclaró que no se trata de no pagar, sino de cambiar la forma de hacerlo, lo que sería una suerte de revival de la fallida idea de la moratoria de los años 80, lanzada durante la década perdida de América latina.

En el caso argentino, la idea fue defendida con mucho énfasis durante el gobierno de Raúl Alfonsín, sobre todo en la gestión del ministro Bernardo Grinspun y, en forma menos vehemente, por su sucesor Juan Sourrouille, hasta que fracasó por la falta de coordinación entre los países de la región. Estados Unidos, que se opuso con firmeza a esta idea, lanzó como una compensación primero el plan Baker y luego el Brady, que le permitió a la Argentina y otros países en desarrollo renegociar su deuda en la década del 90.

“No debería ser tan complicado revisar los plazos de pago. Es un debate que merece ser dado, no por Argentina, solamente”, enfatizó.

Fernández expresó su esperanza de que este debate avance, por las expresiones de la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, quien, sin embargo, aclaró que estos cargos se generaron en forma justificada y que su reducción no será sencilla.

La apertura estuvo a cargo del presidente y el cierre a cargo del ministro Martín Guzmán. En la tercera reunión plenaria del CES, primero se tratará el abordaje de la Cobertura alimentaria y nutricional, la cuestión del sistema de obra pública y la educación y el trabajo en el futuro. Entre otros, estuvieron el sindicalista de la UOCRA Gerardo Martínez y el líder de la Cámara de la Construcción, Iván Szczech.

Luego, se habló sobre los “Derechos Especiales de Giro y Nueva Arquitectura Financiera Internacional”, es decir, sobre la moneda del FMI, dado que este año habrá una ampliación de USD 650.000 millones, de los cuales unos USD 4300 millones llegarán a la Argentina posiblemente en el último trimestre.

Esta semana, los gobiernos de Argentina y México pidieron que los DEGs adicionales que lleguen a los países más ricos y no sean utilizados pasen a formar parte de un “fondo común” para que puedan ser aprovechados por los países de ingresos medios; de este modo, la Argentina podría contar con más recursos para pagar su deuda y estabilizar su economía mientras sigue sin acceder al mercado de capitales, a diferencia de la mayoría de los países de la región.

La directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, expresó su satisfacción por el reparto adicional de los DEGs y aclaró que la posibilidad sugerida por Argentina y México deberá ser debatida por todos los miembros del organismo, primero a nivel general y luego hacia adentro de cada país.

Tras las palabras introductorias del presidente, habló el economista de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs sobre la “Reconstrucción de la arquitectura financiera global para lograr un sistema financiero más sostenible y un mundo más justo” y luego la titular de la Secretaría General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, acerca de los “Desafíos de Latinoamérica en la era del Covid-19: sobreendeudamiento de los países de la región, y mecanismos para fortalecer el rol de los Bancos de Desarrollo en la región”.

En su disertación, Sachs fue en sintonía con los dichos del presidente y del ministro, al considerar que, dada la profundidad de la actual crisis, es necesaria una nueva conferencia de Bretton Woods, como la que dio origen al FMI y al Banco Mundial, para refundar estas instituciones, sumando a China por su rol claro a nivel global. También, consideró que el Club de París debería perdonarle al país casi toda la deuda que tiene con los acreedores oficiales.

En tanto, Grynspan afirmó que “estamos en una economía de guerra, contra la pandemia” y consideró que esta situación es muy diferente a la crisis previa, del 2008-2009, por su devastador carácter global, en especial por haber afectado más a los países emergentes que a los del G7. También, coincidió con Fernández y Guzmán en la importancia de la nueva emisión de DEGs; al respecto, consideró que los DEGs deberían tener más liquidez y adelantó que los países de Iberoamérica apoyarán estas iniciativas.

Posteriormente, el analista Eric LeCompte, promotor del Jubileo, se refirió a “La arquitectura de la deuda de los Derechos Especiales de Giro (DEG): Más allá de la pandemia, prevención de la crisis financiera y superación de las crisis económicas con resiliencia” y luego será el turno de la secretaria general de la Cepal, Alicia Bárcena, quien se referirá a la “Liquidez internacional, sostenibilidad de la deuda y financiamiento para el desarrollo”.

Bárcena, quien durante la manipulación de las estadísticas públicas en la Argentina en 2007 y 2015 mantuvo un constante silencio y le ordenó una actitud similar a la oficina local de la CEPAL, defendió la necesidad de llevar la cuestión de la deuda a las Naciones Unidas, dado que “somos la región más endeudada del mundo”, con más del 79 por ciento de su PBI.

Finalmente, cerró el encuentro el ministro Guzmán, quien mañana partirá a Europa para reunirse con sus pares de Alemania, Italia, España y Francia acerca de las negociaciones para postergar el pago de la deuda argentina con el FMI y con el Club de París, que suman en concepto de capital unos 7500 millones de dólares este año.

Previamente, Guzmán participó en la reunión plenaria del Comité del FMI, donde justamente reiteró la necesidad de aplicar medidas de alivio para los países de ingresos medios, en el marco de los efectos en la economía generados por el COVID-19.

“El 75% de la población mundial vive en países de ingresos medios y el 62% de la población en situación de pobreza vive en países de ingresos medios. Estos países también están sufriendo mucho por la crisis actual y no cuentan con los instrumentos que tienen las economías avanzadas. Por tanto, es importante no olvidar a este grupo de países”, sostuvo Guzmán.

En relación a los DEGs, el ministro reiteró que “la Argentina apoya firmemente la nueva asignación general por un monto de 650.000 millones de dólares, debido a que ayudará a proporcionar a los países en desarrollo la liquidez que tanto necesitan”. “Es importante que encontremos el mecanismo para reasignar los DEG no utilizados a los países que los necesitan, no solo a los países de ingresos bajos, sino también a los países de ingresos medios”, destacó. Además, se refirió a “la importancia de la asistencia técnica del FMI en los procesos posteriores de reestructuración de la deuda soberana”, y recordó que “la Argentina reestructuró su deuda con acreedores privados en 2020”, aunque en la actualidad esos bonos perdieron casi todo su valor y el riesgo país está en torno de los 1600 puntos básicos.

“Al comienzo de las negociaciones, solicitamos asistencia técnica al FMI y el análisis realizado contribuyó a un proceso de reestructuración de deuda soberana más ordenado y mejor anclado”, agregó Guzmán. Además, el ministro afirmó que “es muy importante tener una revisión de la Política de Límites de Acceso y Recargos del FMI” ya que “penaliza a los países en las circunstancias más adversas, es regresiva y procíclica, como se indica en el Comunicado del G-24”.

“Esta política debe revisarse y, mientras tanto, una suspensión de los recargos ayudaría a los países en dificultades”, concluyó.