Raúl Ricardo Alfonsín, el líder radical considerado el ‘Padre de la democracia, se convertía hace 40 años, el 30 de octubre de 1983, en Presidente constitucional de los argentinos. Se impuso en las urnas con el 52% de los votos en unas históricas elecciones que marcaron la derrota del peronismo y el inicio de la transición a la democracia después de siete años de un régimen de terrorismo de Estado impuesto por la última dictadura cívico militar.

Tras la Guerra de Malvinas y la caída del gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri, los militares se vieron obligados a iniciar un período de normalización institucional para convocar a elecciones y entregar el poder a una administración surgida de la voluntad popular.

El 1 de julio de 1982, el general retirado Reynaldo Bignone asumía la presidencia y anunciaba que su misión era ‘institucionalizar el país’ y entregar el gobierno a un Presidente electo por la voluntad popular a más tardar en marzo de 1982.

El 16 de julio, en un acto realizado en la Federación de Box, Alfonsín se afirmaba al frente de la agrupación Renovación y Cambio de la UCR y se perfilaba como precandidato de un sector del centenario partido que pretendía remplazar a la dirigencia que seguía el legado de Ricardo Balbín, quien había muerto un año antes.

En los años ’70, Alfonsín había intentado sin éxito disputarle la conducción del partido a Balbín, y por eso era tildado como ‘eterno perdedor’ por Carlos Contín, que encabezaba el partido tras la muerte de Balbín al frente de la Línea Nacional, la corriente oficialista de la UCR. Pero Alfonsín consiguió el apoyo de la Juventud Radical y se afianzó. Así fue que el 7 de diciembre de 1982, en un multitudinario acto realizado en el estadio Luna Park, el dirigente oriundo de la localidad de bonaerense de Chascomús se lanzaba como precandidato al frente de un binomio que también integraba el cordobés Víctor Martínez, que había llegado a ese lugar como fruto de un acuerdo con el radicalismo de esa provincia, que tenía mucha presencia en el orden nacional.

En abril, tras algunos cabildeos y negociaciones internas, la Línea Nacional definía los nombres que competirían en una interna contra Alfonsín, De la Rúa fue ungido como el precandidato del balbinismo, secundado por Carlos Perette, quien había sido vicepresidente de Arturo Humberto Illia.

El 14 de julio, el radicalismo celebró elecciones internas para renovar sus autoridades. El triunfo de Renovación y Cambio resultó abrumador, al obtener 57 de los 95 delegados a la Convención Nacional de la UCR, y ante los resultados, De la Rúa prefirió declinar su candidatura en favor de Alfonsín, cuya postulación se proclamó el 14 de agosto.

El 12 de julio de 1983, la dictadura oficializó el llamado a elecciones para el 30 de octubre mediante la sanción de la ley 22.847. Mientras tanto, Alfonsín se consolidaba y en una multitudinaria convocatoria, realizada el 30 de septiembre en la cancha de Ferro, inauguró unos de los recursos que lo acompañaría en cada una de sus presentaciones: el recitado del Preámbulo de la Constitución Nacional. El cierre de campaña de la UCR se hizo el 25 de octubre y Alfonsín logró reunir un millón de personas en la avenida 9 de Julio.

El 30 de octubre, con una asistencia superior al 85% del padrón, los argentinos concurrieron a las urnas con gran entusiasmo por el regreso de la democracia. A las 23, Alfonsín se trasladó al Comité Nacional, en la calle Alsina al 1700, y se proclamó ganador de las elecciones en medio de un clima de gran júbilo por parte de toda la militancia radical.

Al día siguiente, Alfonsín y Luder, que no habían intercambiado agravios personales durante la campaña, se estrechaban las manos en un reconocimiento mutuo del resultado electoral y el inicio de una transición hacia un nuevo gobierno.

Tras varias negociaciones, el radicalismo logró que la dictadura accediera a entregar el gobierno el 10 de diciembre de 1983, fecha en la cual se puso fin al régimen militar que instauró el terrorismo de Estado y comenzó en la Argentina una continuidad democrática de 40 años que perdura hasta la actualidad.

 

Un inédito merchandising de campaña

Dirimida la interna, el radicalismo lanzó su campaña, que estuvo diseñada por el publicista David Ratto y tuvo características de un profesionalismo inédito en la historia del proselitismo política de Argentina.

En spots publicitarios y afiches se reproducía el lema de alto impacto: ‘Ahora, Alfonsín’, que saludaba con los brazos entrelazados hacia un costado en señal de triunfador.

También se diseñó un original merchandising, que combinaba elementos publicitarios modernos con elementos de la tradición partidaria como las boinas blancas y las banderas rojas y blancas.

‘Recuerdo que uno de los aciertos fue el lema de los calcos de RA, en medio de un óvalo con los colores celestes y blancos. Era una forma de asimilar la sigla de República Argentina al nombre de Raúl Alfonsín. Los chicos salían de los colegios y retiraban esos stickers en los comités y los pegaban por todos lados’, apuntó el diputado Leopoldo Moreau, que ahora milita y representa al kirchnerismo.

 

 

El peronismo no consiguió superar sus propios egos

Mientras Alfonsín se convertía en un figura política en ascenso en el radicalismo y comenzaba a despertar recelos, el peronismo se encontraba ante una fuerte crisis interna y huérfano de liderazgo tras la muerte de Juan Domingo Perón, ocurrida una década atrás.

Isabel Perón estaba en el exilio y Deolindo Felipe Bittel, a cargo de la conducción partidaria, secundado por Lázaro Rocca, Herminio Iglesias y Torcuato Fino, que expresaban una tendencia ortodoxa.

Ítalo Argentino Luder, abogado constitucionalista y expresidente provisional del Senado durante el gobierno de Isabel, comenzaba a cosechar respaldos. El titular de la CGT-Brasil, Saúl Ubaldini, y Lorenzo Miguel, histórico referente de las 62 Organizaciones Peronistas, manifestaban su apoyo a Luder. En tanto que Antonio Cafiero, respaldado por Bittel y la conducción de la CGT-Azopardo, que lideraba Jorge Triaca, se perfilaba como otro candidato potable.

En septiembre, un Congreso del PJ proclama la fórmula Luder-Bittel y designa a Isabel Perón, exilada en España, como titular del espacio. Marginado de la competencia presidencial, Cafiero intentó ser nominado como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires, pero en un tumultuoso Congreso partidario se impuso la opción que lideraba Herminio Iglesias.

‘Conmigo o sinmigo vamos a ganar’ o ‘trabajaré las 24 horas del día y la noche también’, fueron algunas de las frases más recodadas que pronunció en esos turbios para el PJ, el polémico Herminio. En el palco, en el acto de cierre de campaña el 27 de octubre en plena 9 de Julio, Herminio le prendió fuego con un encendedor a una especie de cajón funerario que llevaba escrito el nombre de Alfonsín y los colores del radicalismo.