La presidenta Cristina Fernández encabezó ayer, en una ceremonia solemne en la que no pronunció discursos, la recepción del sable corvo del general José de San Martín en el regreso del arma emblemática del Libertador al Museo Histórico Nacional que funciona en el parque Lezama.

Cristina recibió con aplausos la llegada del sable El traslado que había comenzado desde el Regimiento de Granaderos a Caballo, ubicado en Palermo, fue acompañado por una multitud emocionada que se volcó a las calles con banderas celestes y blancas y cantó a viva voz la marcha de San Lorenzo.

El sable corvo que San Martín adquirió en el siglo XIX en Gran Bretaña y lo acompañó toda su vida llegó a bordo de una cureña con custodia militar y fue llevada en mano por un granadero hacia el interior del museo, donde luego lo desenvainó y la presidenta tomó la espada con sus manos para colocarla en la vitrina donde quedará para su exhibición permanente en el Museo Histórico Nacional.

‘Custodiado por los Granaderos y el pueblo, el sable de San Martín vuelve al Museo Histórico Nacional #VivaLaPatria‘, destacó Fernández en su cuenta de Twitter tras la protocolaria ceremonia.

El desfile se extendió por las avenidas del Libertador y Alem hasta llegar a la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del Libertador. Allí, el arma recibió la bendición del arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina, el cardenal Mario Poli, quien ofició una oración religiosa. Luego, el desfile siguió hasta el Museo Histórico Nacional, donde la presidenta recibió el arma que luego de 48 años regresó al sitio donde era exhibida desde que fue donada al país.

Tras el acto, la mandataria recorrió el salón de los sables donde el arma de San Martín ocupa un lugar central ante otras de Juan Manuel de Rozas, Manuel Dorrego y Gregorio Las Heras.