Un olor intenso a azufre invade el lugar. La imagen de la Virgen de Lourdes, que está adentro de una caja de vidrio, parece surgir de la montaña. Justo debajo de la gruta se forma una pileta donde se acumula el agua sulfurada que fluye del cerro. El lugar se llama Baños del Cerro y está 3 kilómetros antes de llegar a Cienaguita, un pueblito que está en el departamento de Sarmiento. Según los habitantes de la zona, es mucho más que un sitio pintoresco. Dicen que el agua puede curar. Es por eso que no es raro ver a la gente sumergiéndose en estas vertientes, sobre todo en verano.
Este agua sulfurada sale de uno de los pocos cerros que no han sido explotados para extraer cal, que es la actividad económica que moviliza a todo el pueblo. Y eso tiene una razón de ser. Una de las leyendas populares más fuertes de la zona cuenta que a principios del siglo XX un grupo de mineros intentó hacer excavaciones en ese lugar. Pero ni bien empezaron a perforar la montaña, el agua empezó a salir a borbotones. "El cerro no quiso que le sacaran la cal. Ahora, el agua que sale de él sirve para curar", dijo Walter Acosta, un habitante de Cienaguita.
No es casual que a mediados de los "50, una familia mendocina colocara en El Baño del Cerro, la imagen de la Virgen de Lourdes, que es la patrona de los enfermos. Hasta hace unos años, la gruta estaba sola, perdida entre las piedras blanquecinas. Fue Hugo Naumchkin, con la ayuda de gente de la zona, quien empezó a trasformar el paraje. Ahora hay parrilleros, mesas, bancos, juegos y un jardín lleno de pencas y malvones.
"Este es un pueblo con una fuerte creencia religiosa. No es casual que este santuario esté justo a la entrada, como dando la bienvenida a los que llegan", dijo Juan Carlos Sánchez, maestro de la única escuela que hay en Cienaguita. A su vez, lo religioso está muy vinculado con lo pagano. Todos los 11 de febrero, se celebra una fiesta en la que la gente va caminado desde la iglesia que está en el pueblo, hasta los Baños del Cerro. Allí celebran una misa y todo termina con un gran baile y chayas.
Hasta hace unas cuatro décadas, el lugar donde se hacía las fiestas era la "Pista de Piedra", un teatro que mandó a construir Don Spiridón Naumchik, un inmigrante polaco, en 1946. Los obreros fueron mineros de la zona y lo construyeron con la piedra que sacaron de los cerros que hay en el pueblo. En ese lugar también se proyectaba películas y se celebraba los grandes acontecimientos del pueblo, como cumpleaños y casamientos. Ahora, la "Pista de Piedra" está cerrada y sólo se usa para algunos actos escolares.